viernes, 24 de junio de 2011

Tratando el lenguaje retórico: "El señor moreno."

Comunicarse es un esfuerzo por transmitir la propia subjetividad, para lo cual la simple palabra no alcanza y por eso recurrimos a ironías, metáforas, eufemismos, disfemismos...etc. Los poetas lo hacen de manera sencilla y simple; nosotros...las madres y los padres como podemos. Por ejemplo, como nos ocurrió el otro día con nuestro pequeño parlante al ver a una persona de color, en concreto un africano. Asustado y huidizo corrió a esconderse entre mis piernas, (al igual que si hubiera vista al "Capitán Painty" personaje secundario y pirata real, en la serie de dibujos Bob Esponja, al que le tiene auténtico pavor). Rápidamente su padre y yo quisimos de una forma suave y decorosa trasmitirle un significado mucho menos malsonante y metafórico, que si hubiéramos dicho: "Es un negro", (que a pesar de que sería lo correcto, sin embargo no deja de ser una expresión "políticamente poco correcta o aceptable". Y más, si se corre el riesgo de sufrir daños colaterales o pedagógicamente paralizantes, terroríficos e incluso sobrecogedores para su posible desarrollo cognitivo derivando en algún tipo de fobia hacia la raza negra por relacionarlo con algo malo, desagradable u horripilante).
Así que bajo la intención de utilizar una expresión un tanto cómica. Tratando de sustituir la palabra "negro" por una menos peyorativa a los oídos de Bruno para que entendiera, que el hombre no era, el "Hombre del Saco"(¿Por qué esta acepción es masculina?; ¿Por qué no es la mujer del saco? ¿Os dais cuenta que también en este tipo de lenguaje se utiliza la categoría sexo para estereotipar roles? Deformación profesional a parte, sigo con la anécdota), ni "El Bute", ni "El monstruo de los ojos verdes"... Era más, un intento de desorientar hasta que entienda realmente que hay personas de diferentes razas y culturas. Con lo cual, lo único que se nos ocurrió fue utilizar un eufemismo lo más políticamente aceptable para evitar una realidad que aún es difícil entender para nuestro pequeñajo.
"Bruno, no te asustes." Dijo el padre. "Es "El señor Moreno", que quiere jugar contigo. Mira, trae un elefante, unas pulseras, jirafas..." Sin darnos cuenta, le estábamos describiendo al mismísimo rey Baltasar. ¿Será el rey Baltasar un futuro candidato a sufrir una discriminación por razón de raza por parte de mi retoño? No lo creo. En este caso, seguro que no le importa del color que sea, (aunque a casi tod@s nos gustaba más sentarnos en el regazo de Melchor o Gaspar; ¿por qué sería? ¿A caso, en esas edades todos/as los niños sufrimos algún episodio de miedo, extrañeza o simple curiosidad a la raza, o al diferente? Pues me da a mí que si. De hecho, a mi me sucedió cuando tenía 4 años. Aunque más que miedo, lo que me produjo fue admiración. De echo así se lo manifesté a mi madre: "Mamá, Mamá, mira, un !!NEGRO¡¡". No me corté ni un pelo. Es más, aún recuerdo el cogotazo que me lanzó mi madre por no ser POLÍTICAMENTE CORRECTA). 
En fin, comienza a abrirse todo un nuevo horizonte por explorar: "el mundo del lenguaje y la estructura del discurso". Donde poco a poco los eufemismos sobrarán para dar paso a las respuestas a preguntas  con contenido comprometido. Y que con el paso de los años irán subiendo de grado en cuanto a  las posibilidades de argumentación y recursos lingüísticos, o no. Empezando por la más pueril: ¿Quienes son los Reyes Magos? Para continuar con la más atrevida, pudorosa e incluso tabú para muchos padres y madres: ¿Cómo vienen los/as niños al mundo? ¿Qué es el pene?
Deseosa estoy por contestarlas a todas ellas. ¿Cuáles serán mis recursos?

martes, 21 de junio de 2011

Exquisito Espectador

Llevamos 15 días escuchando el mismo CD: "Canciones infantiles de toda la vida." !Quién me mandaría a mí! Tuve la "brillante idea" de llevarme el disco al coche, para que el canijo de las foles tuviera también la posibilidad de escuchar su música, y no someterlo a mi dictadura automovilística-musical (sólo se escucha R3). Además, intento, (junto con la sufrida tortura de escuchar más de 5 veces el mismo CD en un trayecto de 10 minutos) como cualquier otra madre mortal y sin estudios de canto, amenizar el trayecto cantando al compás de las "coplillas del cuaternario". Comenzamos con: "Mueve tu cuerpo"; "Pimpón es un mucheco"; "Los juguetes de nina"; "La pata Tomasa"; "El Sr, Don gato".; "Cucú cantaba la rana"...Y así, hasta llegar a la esperada y deseada tonadilla: "Los pollitos". Todas las mañanas Bruno, desde que ponemos el pié en el ascensor para ir al garaje, con una perseverancia machacona y cargante comienza: "mami, mami. La múcica. O pollitoooo. mami, o pollito. Mucica...."Si. Cuando escucha el primer acorde de esta canturria, la cara de mi pequeño es pura felicidad. Parece como si su boca fuera una rodaja de sandía. Se estira hasta llegar  de una oreja a la otra. Maravilloso. Y muy, muy cómico. Y lo más curioso, no se pone a berrear, ni a gritar. No, no. Al contrario: no he visto mayor bálsamo para calmar a la pequeña fierecilla. Lo único que hace es, gesticular la letra de la canción,   moviendo su boquita al unísono de cada una de las estrofas de la cancioncilla. Increíble.
Esa mañana, como otras, estábamos en el coche a punto de salir para el cole. Bruno me pide la música. Yo aún estaba en la fase de reseteo y por tanto, con pocas ganas de cánticos, canturreos, ni gaitas. Pero en un esfuerzo, y por qué no, llena de remordimiento, no había recorrido ni 100 metros cuándo comencé con el CONCIERTAZO MATUTINO. (Vamos, que tiemble la Amy Winehaouse. Si me llevara de corista, ya tendría una razón justificada para drogarse).Pues haciendo el esfuerzo, me puse a cantar. Aunque más me hubiera valido callarme. Justo a la altura de la última rotonda antes de llegar al cole. Justo cuando, mis cuerdas vocales estaban ya calientes y mi voz parecía no tanto el sonido de un motor cascado, sino de algo más parecido....¿ a un loro? Bruno, con una voz pausada aunque eso si, llena de reproche y hartazgo me dice, con todos sus pulmones: "MAAAAAMIIII, DUELE  CABEZA"...
Mi único espectador y me salió EXQUISITO...

domingo, 5 de junio de 2011

Bruno, ¿y mamá que hace?

Aunque parezca mentira los/as niños comienzan a adquirir los estereotipos de género casi al mismo tiempo que toman conciencia de su identidad de género. Casi todas las niñas y niños, a los dos años y medio tres, tienen un cierto conocimiento de los estereotipos de género. En mi caso, el "canijo de las foles"está destacando precozmente en estas lides, estableciendo diferencias en el rol de género de papá y el de mamá. La otra mañana, sin ir más lejos, lo dejó bien claro.
Mi churumbel, cuando despierta, lo primero que hace, es lanzar,(al igual que Tarzán cuando llamaba a los animales en la selva para que acudieran en su búsqueda,- Bruno de los monos, le voy a llamar de aquí en adelante-), con una pose repanchingada: piernas en alto, intentando tocarse con las puntas de los dedos de sus manos la punta de sus pies y, por supuesto, el culo en pompa, (con esa postura: ¿quién es capaz de gritar a pleno pulmón? Antes se te escapa otra cosa. Y no precisamente un chillido. Y menos, por la boca), para soltar con toda la fuerza que la Naturaleza y la Genética le han dado: "Ma-maaaaa-aaaa", bajo la amenaza de comenzar un bis de su palabra predilecta: "Ma-maaaa-aaaa. Ma-maaaa-aaa..." -A una, no le queda más remedio que apresurarse a contestar sino quiere sufrir daños colaterales, físicos irreversibles...- Para cerrar su boquita, aproximadamente.....3 segundos. De los cuales, dos, los invierte en pensar: "¿Dónde estará Papi?" Y de nuevo, comienzan los berridos: "Paaaaaapiiiiii. Papaaa-aaa."
Repuesta del susto y comprobando una posible minusvalía en el tímpano, le digo al Niño "Aullido": "Papi. A trabajar". Lo curioso de soltar esta tipo de frases a tú hijo de 20 meses es comprobar su reacción de lo expresado con el interés claro de camuflar "se fue", por "trabajar", bajo el que no se esconde ningún interés, al menos consciente, de estereotipar el papel del padre. Simplemente se trata de una estrategia de disimulo para que el niño no monte el numerito a las 7:00 de la mañana por que Papi se marchó y no se despidió. ¿¿Llorará?? ¿¿Gritará hasta desgañitarse buscando a Papá?? ¿Lo ignorará? La reacción de Bruno, pacífica, inerme e inocua. Indiferente ante tal cuestión de tan enorme calado social: "Papi no eeeetá. E fue a tabajaaa".
Comienzo a vestirlo. No conforme, de nuevo pregunta: (ahora estamos en la fase: todo se repite y todo se pregunta. ) "¿Y Papi?" Le contesto: "A trabajaaar".
De repente, me pica la curiosidad y decido preguntarle: "Bruno, ¿y mami que hace?" No podía creer lo que estaba oyendo. -Las teorías sobre Psicología evolutiva y construcción  de roles de género estaban empezando a reflejarse.- Empecé por notar un sudor frío. Mis globos oculares comenzaba a tomar relieve y salirse de las órbitas. La vena del cuello se iba hinchando. El color de mi cara, rojo encarnado. Todo un poema. Mis manos, en la cabeza al compás de un chillido reprobando mi asombro, estupor, pasmo e impresión por lo que mi Rey de la Selva acababa de soltar por su párvula boca con total rotundidad: "¿!!!Mami, mamita¡¡?? A tendé, baré y fegá..." 
Ya las tragedias griegas lo advertían: el fondo común de lo trágico siempre estriba en la lucha contra un destino inexorable. En definitiva, ¿es inevitable la construcción de la identidad de género bajo los estereotipos tradicionales del género? 
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