martes, 21 de junio de 2011

Exquisito Espectador

Llevamos 15 días escuchando el mismo CD: "Canciones infantiles de toda la vida." !Quién me mandaría a mí! Tuve la "brillante idea" de llevarme el disco al coche, para que el canijo de las foles tuviera también la posibilidad de escuchar su música, y no someterlo a mi dictadura automovilística-musical (sólo se escucha R3). Además, intento, (junto con la sufrida tortura de escuchar más de 5 veces el mismo CD en un trayecto de 10 minutos) como cualquier otra madre mortal y sin estudios de canto, amenizar el trayecto cantando al compás de las "coplillas del cuaternario". Comenzamos con: "Mueve tu cuerpo"; "Pimpón es un mucheco"; "Los juguetes de nina"; "La pata Tomasa"; "El Sr, Don gato".; "Cucú cantaba la rana"...Y así, hasta llegar a la esperada y deseada tonadilla: "Los pollitos". Todas las mañanas Bruno, desde que ponemos el pié en el ascensor para ir al garaje, con una perseverancia machacona y cargante comienza: "mami, mami. La múcica. O pollitoooo. mami, o pollito. Mucica...."Si. Cuando escucha el primer acorde de esta canturria, la cara de mi pequeño es pura felicidad. Parece como si su boca fuera una rodaja de sandía. Se estira hasta llegar  de una oreja a la otra. Maravilloso. Y muy, muy cómico. Y lo más curioso, no se pone a berrear, ni a gritar. No, no. Al contrario: no he visto mayor bálsamo para calmar a la pequeña fierecilla. Lo único que hace es, gesticular la letra de la canción,   moviendo su boquita al unísono de cada una de las estrofas de la cancioncilla. Increíble.
Esa mañana, como otras, estábamos en el coche a punto de salir para el cole. Bruno me pide la música. Yo aún estaba en la fase de reseteo y por tanto, con pocas ganas de cánticos, canturreos, ni gaitas. Pero en un esfuerzo, y por qué no, llena de remordimiento, no había recorrido ni 100 metros cuándo comencé con el CONCIERTAZO MATUTINO. (Vamos, que tiemble la Amy Winehaouse. Si me llevara de corista, ya tendría una razón justificada para drogarse).Pues haciendo el esfuerzo, me puse a cantar. Aunque más me hubiera valido callarme. Justo a la altura de la última rotonda antes de llegar al cole. Justo cuando, mis cuerdas vocales estaban ya calientes y mi voz parecía no tanto el sonido de un motor cascado, sino de algo más parecido....¿ a un loro? Bruno, con una voz pausada aunque eso si, llena de reproche y hartazgo me dice, con todos sus pulmones: "MAAAAAMIIII, DUELE  CABEZA"...
Mi único espectador y me salió EXQUISITO...

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