lunes, 10 de octubre de 2011

¡Pronto! ¡Pronto! ¡Qué llegamos tarde!

Hace ya unos meses, tuve la oportunidad de ver el film documental "BEBÉS". Es una maravillosa visión sobre la crianza de cuatro bebés, en cuatro lugares distintos del mundo. Los niños son: Ponijao de Namibia; Mary Japón; Bayar Mongolia y Hattie de California. En el caso de Ponijao y Bayar, conviven con la naturaleza, sin necesidad de límites, de protocolos o artificios pedagógicos. Mientras que Mary y Hattie, viven rodeadas de hormigón, tecnología, límites, miedos, programas y modelos de psicopedagogía y psicomotricidad moderna. Personalmente, cuando vi el documental sentí una envidia enorme por la crianza de los niños de Namibia y Mongolia. La cámara recogía, en un año de sus vidas, juegos, necesidades fisiológicas, sorpresas, curiosidad, descubrimientos, el papel de las madres en la crianza sin miedos, sin angustia, con lo suficiente para ser felices. En definitiva, sin darle cabida al tiempo. Sin  programaciones, sin planes, sin diseños.
 ¿Por qué os cuento esto? Porque esta pequeña joya documental, a parte de ser carne de análisis sociológico, me ha hecho reflexionar sobre dos cosas: primera, como el ser humano está condicionado a un destino aún antes de su nacimiento, debido al entorno cultural y social en el que les toca nacer. Y segunda, y para mí la de mayor interés, el uso del tiempo cuando uno es padre o madre. ¿Nos condiciona la estructura, el entorno, en el uso del tiempo?...¿Qué buscamos cuando planificamos absolutamente todo en nuestras vidas? ¿Tiempo? ¿Creemos que por organizar ganamos más tiempo; ahorramos tiempo? O por el contrario ¿Es un efecto de contagio, de inercia, el control del tiempo? 
Sin ir más lejos un ejemplo de ello es el tema de la elección de colegio."Si quiere, desde que el niño/a está en la barriga puede hacer la preinscripción en el colegio." Así, de entrada. Me quedé sorprendida al oír con tanta vehemencia estas palabras que me parecieron tan exageradas. Pero parece ser que no son tan descabelladas pues se ha dado algún que otro caso, en esta premura de institucionalización temprana. No pude evitar imaginarme una agenda enorme dispuesta en un atril en el hall de cada casa, en la que se va anotando, de forma aleatoria e indiscriminada, toda la organización y programación,-el tiempo-, de cada una de las tareas futuras en la vida de los pequeños gorriones: inscripción en colegio "privado" bilingüe; inscripción en clases de violín; inscripción en el club de fútbol "X", inscripción en....De lo más cruel. 
Así que tras esta experiencia y las conversaciones que he mantenido con algunos padres y madres, -que no han sido muchas, para evitar intoxicaciones-, me llevaron a reflexionar sobre el uso del tiempo y nuestra obsesión por su estricta distribución. Y de cómo, poco a poco, nos vamos desprendiendo de la crianza sin tiempo, sin límites; inmaterial; cronológicamente feliz y natural. Actualmente vemos, o veo, o escucho, el uso de una crianza cómoda, egoísta. Acorde a las necesidades de los padres, no a lo que el niño pueda demandar,- la madre o padre prefiere ir a la ópera con su hij@, antes que ir al cumpleaños de su mejor amigo. ¿Desconocimiento de las necesidades de su hij@? ¿Egoísmo? O ¿realmente piensa que el niño será más inteligente por escuchar música clásica con dos años de edad?..
 Programamos sin conocer, sin análisis. Guiados por la falta de tiempo. O mejor, consumiendo el tiempo sin disfrutar lo que verdaderamente merece la pena: el tiempo de  nuestros hijos. Sin tomarnos el tiempo en observar, en el contacto para evitar el desastre: el desconocimiento de tu hij@.

¿Vivimos a contrareloj con nuestro hijos/as? ¿Es nuestra vida como la del conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas? -Acelerada, impaciente, al trote, al galope.-:"¡Pronto! ¡Pronto! Qué llegamos tarde!.."
¿En qué se puede convertir nuestras vidas? Para contestar a esta pregunta, un pequeño extracto, -de uno de mis libros de infancia, MOMO-, del capítulo: "los hombres grises: ahorradores de tiempo."
"...Los ahorradores de tiempo viven mejor. Los ahorradores de tiempo son dueños del futuro. Cambia tu vida: ahorra tiempo.
El tiempo es precioso-no lo pierdas. El tiempo es oro-ahórralo.
...al norte de la ciudad se extendían ya inmensos barrios nuevos. Se alzaban allí, en filas interminables, las casas de vecindad de muchos pisos, que se parecían entre sí como un huevo a otro. Y como todas las casas eran iguales, también las calles eran iguales. Y estas calles monótonas crecían  crecían y se extendían hasta el horizonte: un desierto de monotonía. Del mismo modo discurría la vida de los hombres que vivían en ellas: derechas hasta el horizonte. Porque aquí, todo estaba calculado y planificado con exactitud, cada centímetro y cada instante.
Nadie se daba cuenta de que, al ahorrar tiempo, en realidad ahorraba otra cosa. Nadie quería darse cuenta de que su vida se volvía cada vez más pobre, más monótona y más fría.
Los que lo sentían con claridad eran los niños, pues para ellos nadie tenía tiempo. 
Pero el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón. Y cuanto más ahorraba de esto la gente, menos tenía." (Momo. Michael Ende. Primera edición 1978.)

1 comentario:

  1. Ay, la "prolepsis" de la que habla Cole, como mecanismo cultural que trae "el final al principio", o lo que viene a ser algo como que nos momtamos una película que ya sabemos cómo termina y conseguimos que, en este caso, los infantes se vayan ajustando a la misma. Inevitablemente proyectamos un futuro probable sobre los otros que se amolde a lo que idealmente/culturalmente pensamos debería suceder... Esto salta a la vista especialmente en las cuestiones de género (creo que hay un experimento donde adultos que cogen en brazos bebés con pañales azules o rosas les tratan diferente suponiendo que los primeros son nenes y los mueven vigorosamente, mientras a los segundos los suponen nenas y los tratan dulcemente...), en fin, bueno, y no me enrollo con el construccionsimo social, jejeje. Saludos y a seguir escribiendo tan bien, Yoli

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