viernes, 13 de diciembre de 2013

Rebota, rebota y en tú culo explota


"Quizás", y digo quizás, por aquello de no pillarme los dedos que luego ya se sabe que todo queda grabado en memoria, "quizás" subestimo al canijo. Me explico. Reconozco que tengo un "pequeño", entrecomillado, "defecto", reserva aún de mi anterior vida de mujer impulsiva que no reconocía la vergüenza en apostar por las claras, es decir, lo blanco es blanco y lo negro es negro; lo que a veces lleva aparejado complicaciones, o no pues a mi me resultaba, en determinados contextos, y por eso lo practicaba. Digo, "lo practicaba" porque ahora no es tan habitual: la prudencia y la moderación del verbo, desde que soy madre, se ha incorporado como un nuevo elemento discreto a veces, y otras tantas no, para qué engañarnos. Es decir, soy dura, exijo y exijo que las cosas se hagan con sentido común, primero, con autonomía, segundo, con firmeza, tercero y con agallas en último lugar. Pero esto de exigir tiene un precio. Y olvido lo más importante, que ahora tengo, a mi lado, a una persona de cuatro años que tiene, literalmente, día y noche, los cinco sentidos puestos en mi. Con lo cual, la auto-censura la llevo, en ocasiones, mal aunque sea, quitándole hierro, generalmente por despiste e inconsciencia. 

Llevo un tiempo queriendo hacerle entender al canijo, cosa difícil, que debe aprender a defenderse, a ser auto-suficiente en situaciones no de riesgo, pero sí de aquellas que pueden herir su delicada sensibilidad llámese burla, mofa e inclusive en aquellos leves encontronazos o agarradas infantiles de patio.

-"¡Canijo! Has de aprender a defenderte. Debes tener picardía y no ponerte a hacer pucheros en cuanto te dicen o hacen algo que a ti no te gusta.

Con los brazos cruzados, cabizbajo y cara de enfurruñado se queda mascullando la reprobación maternal, a lo que contesta.

- "¡Ya Mami! Pero es que G. y A. me dicen que no recojo bien. Y eso no me gusta.

Lo de las críticas, el Canijo, no las lleva muy bien, lo sé.  Y es cuando intento echar el freno y no ponerme en el papel de madre bestia sobrenatural que salvará a mi hijo de cualquier encontronazo de patio o parque. Sino de buscar, en todo momento, la conciliación y la mejor solución para salvar las distancias con resoluciones más drásticas y belicosas. Es decir, liarme a dar mamporros como panes. NO. Esa no es la solución. Así que respiro,  y fríamente pienso, (qué importante es la respiración en la toma de decisiones maternales. ¡Cuántas impulsivas y malas sensaciones evitamos! Ya saben aquello de: ¡Soy una mala madre!) tengo dos opciones: primero, utilizo pedagogía casera y empática, lo que viene siendo intuición maternal, básicamente, intentando tirar de memoria retrospectiva recordando qué hacía yo cuando era canija,-no. Eso mejor qué no-, o segundo, así como última opción, y de perdidos al río, tiro del pasa-palabra y lanzo el conflicto a las fronteras paternales. Maldad?? No. Riesgo? ¡Quizás! Llamémoslo, recuerdan aquello de: "en caso de despresurización de la cabina, tiren de la anilla"...Pues esta vez, yo tiré de la anilla; con la arriesgada apuesta de ver por donde salía el tiro... 

Entro a saco. 

- "¡Canijo! Cuéntale a papá lo que te ha pasado.

Se planta de cara al padre y muy, muy enfadado dice:

-"¡¡¡¡Pues que G. y A me dicen que no recojo bien. Y, me enfado!!!!"

Entonces, el papá sin pensarlo, sin ni tan siquiera rumiar lo que iba a decir, suelta:

- "Pues si te lo vuelven a decir les dices que les vas a tirar de la orejas."

El Canijo, se queda por unos segundos pensativo analizando, o eso creí, lo que su padre le acaba de decir. Mientras que yo presentía que el consejo, nada conciliador y pedagógico, iba a traer cola.

- ¡Ah! ¡Vale! ¡Cómo tú me haces a mi cuando me porto mal! ¡No, papá!!??

El padre, sigue sin pensar, -evito, mientras me muerdo el labio, sin hacerme mala sangre, no decirle: "Me temo que tus palabras te van a reventar en tus narices"-, y dice:

- ¡Eso! ¡Igual!

Un jueves de una semana de diciembre, Papá va a recoger al Canijo al colegio. Llegan a casa. Se abre la puerta y lo primero que escucho.

-¡Mamá! ¿Has visto lo que nos han puesto en la libreta de contactos del colegio?

Pienso, "uuufff, cuando se dirige a mí con "Mamá" intuyo que tiene que ver con alguna fechoría del Canijo. Damos paso a la operación: "Tengamos una charla"

- ¿¿¡¡No!!?? No he visto nada.

Mientras el Canijo se hace el distraído, el ciego, el sordo y el mudo, el papá me alarga la libreta: 

- Pues , ¡mira!  

Comienzo a leer: "Queridos padres. Desde hace una semana Bruno viene AMENAZANDO a sus compañeros que "SU PADRE VA A VENIR A TIRAR DE LAS OREJAS A TODO AQUEL QUE LE DIGA QUE NO RECOGE BIEN!!!!..... lo que ha provocado que algunos de ellos se pongan a llorar.  


"Rebota, rebota y en tú culo explota"...si ya lo decía yo!
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martes, 3 de diciembre de 2013

Mamá, ¡por favor!

Ya saben, que hay determinados temas, dentro del mundo de la paternidad, que muchos de nosotros preferimos que se alarguen en el tiempo. Y no me queda muy claro, en cuanto a buscarle una explicación lógica, si es por pudor, falta de ganas, tontería, ñoñería, tradición genética o simplemente por no reconocer tener los recursos gramaticales, imaginativos y naturales como para construir un discurso que alcance el nivel cognitivo de un niño de 4 años; lo que acarrea tirar de la fábula de la semillita que dejó papá en la "barriguita" de mamá o de la cigüeña que vino de Paris y no, agarrar la pregunta con valentía y arrestos, (eso sí, respirando profundamente y llenado los pulmones), para dar respuesta, con cierto sentido común, a:"mamá, papá, ¿de donde vienen los niños?"O: "Mami, ¿por qué tienes pelo "ahí"? (¿¿¿"Ahí"??? Si,"Ahí". Imaginen. No creo que haga falta dar más detalles) O: "Papi, ¿por qué mi pito no me hace caso?" 
Pues ahora les propongo hacerlo a la inversa. Quiero decir. Pónganse en el papel de sus hijos. Denle la vuelta a la tortilla. No les den tiempo a pasar por un aprieto de la curiosidad del tanteo. Adelántense ustedes. Eso es lo que practico yo. Y no me va mal: por ello, ¿soy cruel? ......(déjenme que lo piense)..........NO. Simplemente soy mayor que mi hijo, (biológica e intelectualmente), aunque a veces no lo parezca,  y lo principal, soy su madre lo que me da pie a aprovecharme de ésta condición al menos hasta que la emancipación, antes de los 30, sea un hecho en España. 

Últimamente, como ya conté días atrás, el canijo está rondando la lides de los amoríos. Y como el tema arrastra espinas para el Canijo, qué mejor excusa para resarcirme cuando él lo hace conmigo con aquellos de lo que no sé cómo salir airosa. ¿Recuerdan a esas dos hembras que lo tienen trastornado? Bueno más a mi que al pequeño Romeo; pues volví al ataque con el asunto por resarcirme, por metiche y por que básicamente soy una provocadora, es algo innato en mi. 

-¡Canijo! ¿Qué tal con I. y C.?

El Canijo, estratégicamente, se hace el loco. Evita la pregunta. Es normal, (¿ven la similitud cuando ellos lo hacen con nosotros?), cuando él las lanza, a quema ropa, también intento hacerme la despistada. Así que insisto.

- "¡Canijo! ¿I. sigue dándote galletitas?"

-¡Mamá, por favor!-  Me resopla con cara de, ya esta bien con el temita PE SA DA...Pero aún así, a regañadientes, me contesta:

- "No, Mami. I. siempre me está diciendo: "Eso no, Bruno. Eso no, Bruno." Y me cansé de ella." 

Pensé, a I. la descartamos porque me la imagino dentro de 20 años obligando al Canijo a quitarse los zapatos ,en el umbral de la puerta, para calzarse dos trapitos en los pies evitando así manchar el suelo de su nidito de amor. Así que I, esta vez le doy la razón al Canijo. Con todo el dolor de mi corazoncito de inconsolable suegra  he de decirte que, no estás seleccionada. 

Una vez asumida la pérdida, tiro por la otra partener, la rubia: 

- "¿Y, C?"
- "Bueno, juego con ella. Pero no me hace mucho caso." 
- "Y entonces, ¿con qué niñas juegas?"
- "Con J." 

O-O. Entra en juego una tercera. Pensé: "el mal de amores le dura cero coma." No está mal. Y de repente, ya saben como es el desparpajo del Canijo que cuando le lanzas anzuelo él lo atrapa y comienza a largar carrete de forma desprendida, al contrario que yo cuando me hace esas preguntas comprometidas, a pesar de que algunas veces consigo desenvolverme o.....PASO PALABRA! 

- "¿Sabes, Mami?"

Veo que se dibuja en su cara una tímida sonrisa y sus mofletes se sonrojan. Lo que me indica que lo que me va a decir tiene miga romántica.

-"¡Qué, cariño!

La curiosidad me mataba mientras que el canijo se moría de la vergüenza, y por que no decirlo, de la risa, igual que yo, claro.

- "El otro día, M. me dio un beso. Un beso ¡ENORME!"

-"¿Y qué hiciste?"

- "Mamá, ¡Por favor! Pues nada, le dije: "M., ¿¡¡qué haces!!? ¡Qué tú no eres mi NOVIA!"


Así que, a preguntas incómodas, respuestas CLARAS Y CONCISAS. YOLANDA, POR FAVOR!!


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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Mamá se convierte en La Cenicienta


Son las 6:30 de la mañana. Oigo, desde mi cama, unos diminutos y sigilosos pasos que se aproximan desde el pasillo hasta mi cuarto. Disimulo estar aún dormida, manteniendo mi posición de espaldas a la puerta, con la malintencionada idea de comprobar cual será la sorpresa que me espera. De repente, en el umbral de la habitación, se oye un cauteloso, suave y remiso hablar quedo: "Mami...Mami." Mantengo la espera. "Mami...Mami." Continúo con el silencio. "Mami...Mami." Me sorprende el cuidado y la delicadeza del susurrar del canijo. "Mami... Mami." Sin decir nada, pues sabía lo que venía buscando el pequeño noctámbulo, me giro echando hacia atrás sábana y manta lo que le indica el permiso para "conquistar" la cama ajena.
Enseñando su canija dentadura, al consentir, con el ademán de aprobación, el ultraje del lecho, de un respingo se introduce entre los cálidos lienzos paternales. Pegado como un sello a mi. La cara dispuesta a dos centímetros de la mía; lo que favorece tragarme el aliento de su respirar bucal. Su mano derecha, reposando sobre mi mejilla izquierda, además de su pierna, como si de un grillete se tratara, rodeando mi cintura, de tal guisa, cierra lo ojos con un dulce bisbiseo: "Aaaayyy maaami."
Una hora después, mi cama era como un tablero de tres en raya: el canijo, y todo su esqueleto, haciendo linea horizontal, vertical y diagonal en un espacio de 1,35m. Pienso: "Si el aprovechado bucanero todavía no controla el trazo vertical (competencia no adquirida, aún), - véase que intento darle algún tipo de justificación, un tanto absurda, a ese descontrol corporal-, ¿cómo pretendo que lo mantenga en mi cama?"
Diez minutos después, como si de un androide se tratara, abre los ojos de forma brusca y mecánica cómo si de repente se hubiera acordado de algo demasiado importante que no puede esperar:

"Mami...Mami. ¿Sabes qué?"
 "¡Qué cariño!" Pensé que iba a continuar con su almibarado parloteo, pero :

"¡ Ayer estuve viendo la Cenicienta!"
"¿Si? ¿Y te gustó?"
"Si." Afirmaba mientras asentía también con la cabeza.

"¿Me la quieres contar?"
"Pues era una niña que estaba todo el día limpiando. Tenía unas hermanastras. Y había una señora que era muy mala. Luego quiso ir a una fiesta. Pero no podía porque tenía que limpiar. Pero un hada la ayudó. Llegó al palacio del príncipe. Lo vio y se enamoró de él. Fin del cuento."

Me quedé sorprendida con el escueto y claro resumen del cuento. Pero la cosa no quedó ahí. Cómo siempre, peco de ser demasiado curiosa y no me quedé muy conforme con tan breve descripción; sabía que en la cabeza del canijo debía reposar algo más que esta breve sinopsis.

" Y ya!!?? Ya está!!??"
"Claro, Mami." Me replica convencido. Y con gesto de tener las cosas muy claras continúa: "Siempre es igual. A todas las chicas les pasa ¿A ti no te pasó con Papá?"

No sé si reír, llorar o ponerme profunda. La cuestión es que algunos cuentos infantiles no escapan de esa realidad sometida, falta de imaginación y creatividad.

Por eso, no me resisto. Y si me toca ser Cenicienta, me pido ser una Cenicienta Punk.


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martes, 12 de noviembre de 2013

Debut como suegra



En cada madre, ¿hay una suegra en potencia? Habrá quien piense que sí con fe ciega, sin atisbo de duda. Y habrá quien piense que no, que eso es sólo producto de dichos que han tomado legitimidad por costumbre y que por tanto cada cual maneja ,erróneamente, a su antojo. En mi caso esta frase rezuma un regusto, como otras tantas, machista y nada positivo. Hagan la prueba sino. Pongan en la barra de búsqueda de google, "frases para suegras", y verán tooooda una retahíla de clasificaciones, que carecen de bondad por naturaleza, que espanta: malas, metiches, buenas (pocas), que te odian, celosas, envidiosas, de facebook (esto, ¿es bueno o malo?), hipócritas, falsas...Con estas descripciones, ¿quién quiere tener una suegra? Yo, desde luego, no. Me niego, me entristece, (bueno, no es que me fustigue por ello), pensar que mi destino como futura suegra, por que lo seré, arrastre esa connotación pérfida y malévola. De hecho, este deseo de NO convertirme en la madrastra de blancanieves tiene su sentido. Me explico. Hay una canija morenita con carita de ratoncita Minie, preciosa, dulce, con un salero que quita el sentido, que me anda rondando. Que me está camelando. Bueno, no sólo a mi, al canijo lo tiene como un príncipe. Como un príncipe de Beckelar. ¿Por qué? Por que lo infla a galletas de chocolate, de crema, maria, cereales. Cuando llego a buscarlo por la tarde, es rara la vez que no me lo encuentro con unos enorrrrrmes churretes de chocolate alrededor de su boca. 

Bruno, ¿y esa boca?
Mami, I. que me dio galletas.
¡Pero bueno! I. te cuida mucho, ¿no?
Si, mami. Siempre me da galletas hasta que tú no me traes la merienda. 

Mientras, al otro lado de la puerta se oye una dulce, seseante y diminuta voz.

-¡Mami! ¡Mami de Bruno!
- ¡Hola, mi amor! ¿Qué pasó?
- ¿¡Viste, le dí galletas a Bruno!?
-Si, cariño. Ya lo vi. ¡Muchas gracias!
- Es que yo cuido mucho a Bruno. (¡Zas! En toda la boca con cuatro años).
- Ya, cariño. Ya lo veo.

Mientras, con cara de esto no va conmigo me quiero ir a jugar con mis colegas por favor déjense de tanta ñoñería, el canijo tirando de mi pantalón y chillando como una cría de gorila me pide que deje ya el almíbar con mi futura nuera y tire para donde están los machos. 

- ¡Vamos, mami! ¡Deja a I. y vamos con D.!

Como si se tratara de una despedida entre dos amantes, reconozco que me costó decirle adiós a ese bombón, el canijo tiraba de mí mientras yo giraba mi cabeza y alzaba mi mano diciéndole, atropelladamente, adiós a I.

- ¡Hasta mañana, mi niña!
- ¡Adiós, Mami de Bruno! ¡Adiós, Bruno!

El canijo volaba. Corría como alma que lleva el demonio. Impaciente por el encuentro con el resto de crías de homínido. Mientras que yo, (me faltó correrlo a cocotazos) le reprobaba su falta de tacto y galantería: ni un beso volado se digno a echarle a mi futura. Hombres, pensé.

Pero es que la cosa no queda ahí. Mi preciosa ratita presumida todos, todos, todísimos los días, si no me doy cuenta, llama mi atención para saludarme, para darme los días, para dedicarme una sonrisa. Es una auténtica ricura. Y yo no me puedo resistir. No. Cuando la veo alzando su mano, buscándome para sentirse correspondida con mi gesto de cortesía para con ella, su cara se ilumina. La sonrisa, modo rodaja de sandía, explosiona en toda la superficie que rodea al colegio. Y a mi, se me cae la baba.

Así que por mi parte, ésta niña me tiene en su redes. He caído, indefectiblemente, en sus manos. Y creo, que  yo he caído en las de ella. Ha surgido la conexión. El buen rollito: suegra-nuera. Lo que no me queda tan claro es si por la parte del canijo la cosa es tan intensa ya que sé, como futura madre de conquistador, que hay otra hermosura, menos cameladora, eso sí, que anda rondando los huesos del canijo. Así que, ni corta ni perezosa le lanzo: 

-Canijo, ¿quién es más guapa, I o C?  
- ¡Jo, Mami!
- A ver, ¡contesta!
- Pues C., Mami.

Mis oídos no podían creer lo que estaban oyendo. Pero lo más increíble de todo esto era mi actitud de posesa: I. había causado un efecto en mi de soberano hechizo. Pensaba: "¡Yolanda! ¡Esto es ridículo!, ¡Por el amor de dios, que sólo tienen cuatro años!" Pero, ¡oye! Tenía una picazón que no me dejaba existir con esa holgura de madre que no quiere interferir en afirmaciones primogénitas o sea, modo   "me la sopla". Y de nuevo, me asaltó la curiosidad y la necesidad de que me diera una razón, con FUNDAMENTO, del por qué C. era más guapa que I.

- ¿¡Cómo!?
- Si, mami, C.
- ¿Y, por qué?
- Pues muy sencillo, POR QUE ES RUBIA.

¿Qué hacer? Uno. Tragarme mis palabras y seguir, como corriente de agua, con mi nueva identidad de pusilánime suegra bajo el hechizo de mi adorada y cameladora morena conquistadora. O dos. Ser directa y manifestarle a la enamorada, (fíjate si soy buena suegra, que ni tiro para el canijo Don Juan), echando mano de un feminismo primitivo, defensivo, puritano, que la ruina de una mujer empieza inevitablemente cuando se enamora de un hombre.

Mientras lo pienso, dejaré el traje de suegra colgado y me dedicaré a lo mío...A ser una madre en potencia!!

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jueves, 24 de octubre de 2013

Batman Returns


El canijo sigue en su tónica de apasionado e incondicional fan de los superhéroes. Tal es su devoción, que se hace acompañar, todos los días, por uno de ellos. Pero ojo, ganarse el puesto de guardaespaldas/gorila super-estelar requiere, no en vano, pasar por una selección bajo un criterio definido por una serie de indicadores que le dan el rango suficiente para ser elegido y tener el honor de escoltar al canijo hasta el colegio, y que son: vigor, fuerza, valentía, super-poderes y por supuesto, aguantar sus envestidas, las del canijo, digo. (Ya verán porqué).   

Así, por ejemplo, los lunes el afortunado suele ser Spiderman. ¿Por qué? Se preguntaran. Pues no tengo la menor idea, pero es así. Quizás sea por aquello de que los lunes es más peligroso trabajar, el "Monday Effect" lo llaman, y sentirse protegido por el arácnido le da ese empuje físico que todos necesitamos para arrancar la semana. 

Los martes, se los dedica a Iron-man. Pobre Iron-man, éste ya no lo cuenta más pues pasó a mejor vida. El pasado martes realizó su última misión. Ahora yacerá en el yermo terreno de lucha que hay justo al lado del colegio, más solo que la una. El canijo, con el ímpetu que le caracteriza y por ese afán de meterse en el papel de titán de tebeo, tiene una especial querencia por lanzar al aire, (les pongo en situación: con los brazos agitados y frenéticos, dando vueltas como si fuera un lanzador de martillo olímpico), a la saga de superhéroes hasta mandarlos a los límites de la estratosfera. ¿Y qué sucede entonces? Pues que el volátil machango uno, acaba despachurrado; dos, con suerte sale ileso o tres, desaparece del escenario del crimen. En el caso de Iroman, no hemos sabido más de él. Y ahora que lo recuerdo, también sufrió igual destino Donatelo, la torturga ninja de los miércoles. En éste caso, el canijo, movilizó a toda la sección de infantil buscando, rebuscando, inspeccionando cada rincón, milímetro a milímetro, para dar con el paradero del galápago mutante. Resultado, nota de la profesora explicando, con todo lujo de detalle y con tono de, "hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos", que habían inspeccionado, rastreado, desmantelado e incluso batido la zona infantil en busca del reptil testudo, y describiendo la pérdida de la tortuga antropomorfa como un hecho dramático para el canijo. Mi respuesta: "Agradezco tú preocupación y tú disposición. Pero tranquila, el luto por la pérdida de Donatelo pasará en un suspiro.

Y mi adorado Hulk. Éste salía a escena los jueves. ¡El pobre! El "moco verde", perdió fuerza e interés para el canijo.  

Pero, una mancha de mora con otra mora se quita, ¿no? Las tres bajas, dos por lanzamiento estratosférico y uno, por no resultar atractivo vino a cubrirlas Batman, el cachas. A diferencia de los otros superhéroes, éste no posee superpoderes sino que utiliza el intelecto junto a aplicaciones científicas y tecnológicas para crear armas y herramientas con las cuales atrapar a los criminales. Puede que esto, valerse sólo de su fuerza física para combatir el mal, sea lo que le puede resultar interesante al canijo de cara a montarse las historietas de lucha de malos contra buenos. Tanto es así, que siempre en sus diálogos, cuando hay bronca entre unos y otros, Batman destaca con frases como: "Déjenme a mi, yo les daré una patada quetequetequete.... los mandaré muy lejos." Bueno, tampoco es que la frase contenga un mensaje intimidatorio y amenazante; es una frase light, básica, rudimentaria en el universo ficticio de los superhéroes porque una patada la doy hasta yo y no por eso soy una superheroína aunque el canijo se empeñe en decir que si. Pero esa condición de ser mortal y no mutante creo que le da un carácter más real en la mente del canijo y por tanto de poseer la condición de  supermachango. Hasta que......

-Mami, ¿has visto a Batman?
-No.
-Llevo días buscándolo y no lo encuentro.
-¿No lo has llevado al colegio?
-Si. Pero lo traje a casa. Lo tenía en la mochila.
- Pues no sé. ¿No lo habrás lanzado por ahí, como hiciste con los otros dos difuntos?
- No, Mami.

Se quedó algo triste y pensativo. No dejaba de pensar dónde estaría su adorado Batman. ¿Qué sería de él? ¿Estaría secuestrado en manos de el Joker? ¿Se habría quedado sin gasolina el batmovil y cómo no tiene dinero, y no puede robar porque es un superhéroe, no puede regresar a casa? ¿Estaba muerto o estaba de parranda? O peor, ¿habría sufrido el devastador final de sus dos anteriores compañeros Airoman y Donatelo?

Hasta que de repente, un día....

-¡Maaaami! ¡Maaaami!
-¡Qué paso!
-¡Batman! ¡Batman! ¡Batman ha vuelto!
- Cómo!!?? 
-¡Qué Batman ha vuelto! ¿¿¡¡Mira!!??
-¡Anda! 
-Mami, ahora que recuerdo, el otro día, cuando me puse a jugar con él,  de repente quise que volara y pommmmmm... lo tiré y desapareció. Y mira, ¡ha vuelto! ¡No como los otros! (Le faltó añadir: ¡Ingratos!)......

Batman Returns,  pero no sabemos por cuanto tiempo....



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viernes, 11 de octubre de 2013

EL FANTASMA CUTRE


Se acerca Holloween. Y qué mejor momento para contar una historia, de esas, fantasmagóricas. Pero no se me asusten, que en esta historieta ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos. Aquí el ectoplasma es, CUTRE. Y por cutre se entiende desaliñado, tanto, que despierta compasión por estar desprovisto de todo fundamento terrorífico. Es un pobre fantasma, torpe, uraño y atontado; sin esa garra que identifica a un superfantasma.

La visión quimérica de origen celta, lo que avala su antidiluviana identidad, pertenece a esa casta de fantasma de mala calidad, de serie B, de cutres desposeídos de sábanas blancas, carentes de espeluznantes y escalofriantes ojos negros, que se distinguen por la indiscreción y el mal gusto. 

El cutre fantasma es un outsider del inframundo. Lleva sábanas tuneadas a veces y otras, las mimetiza adoptando la apariencia de seres u objetos bien, por afinidad o por un extraño apego. En nuestro caso, el cutre fantasma porta unas sobrecogedoras y aterradoras sábanas de Bob Esponja, (ahora es cuando ustedes ponen cara de pánico y dicen: oooooh qué miedito!!), lo que le da un porte nada dantesco pero sí, ridículamente chigorotero. Sus ojos son verdes. ¿Por qué? Pues por lo que me cuenta, se debe a un extraño fenómeno conmutativo, es decir,  los ojos verdes es un indicador de estar cabreado como un cochino, y cuanto mayor es el cabreo, mayor es la intensidad de esos ojos verdes. Con lo cual, invariablemente, el cutre fantasma está permanentemente crispado independientemente de orden, tiempo y elementos. 

Un día, el cutre fantasma quiso conocer mundo; llevaba demasiado tiempo desarrollando labores de cabo furrier en aquel destartalado y encantado castillo a orillas de la vieja ciénaga. ¡Quiero tener una misión! Se decía animosamente cada vez que veía partir, con un cometido, por la ventana o por el hueco de la chimenea, a uno de ésos fantasmas de la élite blanca. Hasta que por fin, se armó de valor  y su deseo por espantar tomo el poderoso sentido de la realidad no sin antes pasar por un duro y sobrecogedor entrenamiento de truculentos gritos. Pero la genética de cutre-espectro es intrínseca e irremediablemente cutre y por ello, el grito no sería ni bramido, ni alarido, ni rugido, ni bufido, estrictamente sería un cutre chufletero y cómico "BOO!!!" 

Llevaba días pensando donde dar el terrorífico golpe: si en la habitación de un niño, escondido en un armario para mostrarse como una aparición fantasmal, o en plan poltergeist realizando ruidos y moviendo objetos. Pero de nuevo, el desánimo se apoderó de él: "soy un cutre fantasma. Nunca sería capaz de alcanzar ese nivel de espíritu paranormal. Mejor, algo más normalito." Se decía mientras se atusaba su alegórica cutre sábana.

Pensaba y pensaba donde dar ese susto de muerte. Hasta que llegó. Llegó a media noche, cuando se reúne la comunidad de espectros para repartir la inquietante faena. La elección de destino se realiza a través de un vetusto y monumental espejo donde se muestran los posibles objetivos; el cutre fantasma se acercó a echar un vistazo para curiosear toda la fantasmagórica liturgia laboral. Una vez finalizaron y cada fantasma realizó la tunelización a través del espejo, el cutre fantasma se quedo solo. Se acercó de forma sigilosa hacia el grandioso espejo no sin antes cerciorarse que ningún volátil ser inmaterial anduviera por allí. Veía imágenes de todos los lugares del mundo, casas, personas, animales, objetos  y entre todas las imágenes que se mostraban apareció una, la de un colegio localizado en una isla canaria, para más señas, Tenerife. Sus desiertas cavidades verdes se paralizaron: "Aquí. Aquí realizaré mi bautismo como fantasma." Dicho y hecho. Sin pensarlo, tunelización a través del espejo.

Allí estaba, dispuesto. Oteando objetivo. Formado y uniformado con su cutre sábana, espeluznante, de Bob Esponja, (risas por favor), y sus estremecedores ojos verdes parpadeando como luces de semáforo. Nervioso y atento para no meter la "cutre/sábana", (lógicamente no puede meter otra cosa pues, como saben, carecen de extremidades. Pero háganse la idea de que es una pata de las de toda la vida; más adelante se darán cuenta de por qué), inicia la tournée por el desierto colegio francés. Si. El colegio, era el colegio del canijo.

Levitando con porte de cutre/dandy/fantasma y con una gracia inusitada llega a la Moyen Section B, (Mediana Sección B, la clase del canijo, para entendernos. Ya saben de mi don, (ironía), con la lengua gabacha) y comienza a inspeccionar el habitáculo pensando en su fechoría para alcanzar el cenit terrorífico de la gloria fantasmo-franco-canaria-canijil. Deambulando de un lado a otro, mirando la tableau, (pizarra), el classeur (cartapacio), el banc (banco) donde el canijo pasa "pensando", (arrestado, mejor dicho) alguna vez que otra, la zona de récréation (recreo), y de repente... "CRASH, CRASH..."

"¡Por la "SANTA SÁBANA DE CASPER"! ¿¡ Qué está pasando aquí!?"

Ya les comenté que el cutre fantasma era torpe, muy, muy torpe y el propósito de pasar desapercibido, en ésta visita de reconocimiento, no pudo ser. El cutre fantasma metió la cutre/sábana, (la pata, ¿recuerdan?). Sin darse cuenta había partido el "petit parole d´parole", (el bastón de la palabra), que utilizan los canijos para parlotear, por orden y turnos, sus batallitas.

"¡Qué faena! Y ahora, ¿qué hago? " Se preguntaba agitado.

Como era bastante atontado, y el atontado por condición es olvidadizo, una vez hecha la inspección del lugar y recogido los datos para la planificación estratégica de su escalofriante plan, decidió regresar a su morada olvidando el desastre que había ocasionado.

A la mañana siguiente los canijos estaban en clase con total normalidad. La profesora, como todas las mañanas, se acercó al lugar donde guardaba el "petit parole d´parole" para entregárselo a uno de los canijos. Y de repente, "Oú est le petit parole  d´parole? Est cassé!!" (Dónde está el bastón de la palabra? ¡Está roto!) (Pido disculpas si hay algún francés en la sala; ya saben de mi don con la lengua francesa (ironía, eh!?)). La profesora y los canijos no podían dar crédito a lo que estaban viendo salvo uno de ellos. ¿Saben a quién me refiero? Si, al canijo.

El canijo, sabía todo lo que había pasado allí. Sabía quien había sido el artífice de tal desaguisado. Y sabiéndose poseedor de tal secreto, (y ya se saben que los niños eso de guardar secretos lo llevan, cómo decirlo, mal!?), lo hizo público: " ¡¡Ha sido "el fantasma cutre"!!!"

"¿Quién es el fantasma cutre, Bruno?" Le preguntaron al unísono.

"El fantasma cutre, además de cutre, es un falso fantasma." Dijo el canijo, para asombro de todos. Y añadió: , (quizás la siguiente frase les suene cinematográficamente familiar. Aunque en este caso sea el hijo quien manifieste la identidad del padre), "¡El fantasma cutre, es mi padre! Pero esto, que quede entre nosotros, eh!?.."


Ya les dije que los malos no son tan malos, ni los buenos son tan buenos.


Feliz Halloween!!   

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martes, 1 de octubre de 2013

Cumpleaños de Super-Bruno, "el mediano"


En Septiembre, durante el equinoccio de otoño, se produce el cambio de estación del verano al otoño. Se pasa, progresivamente, del calor al frío.  Es el mes de la recolección de las frutas, la miel y la vendimia. Se siguen acortando los días (crecen las noches y menguan las mañanas). El mes de Septiembre es conocido por hospedar al "veranillo de San Miguel o de los Arcángeles". Pero, y perdónenme, los señores de la "socorrida wikipedia", olvidaron una categoría más, que no sé si calificarla de climatológica, pero que por carácter y actitud, el canijo encaja perfectamente, por santo, a veces, y por pariente, "lejano", muy, muy "lejano", de algún arcángel. Les comunico, disculpen mi osadía y humilde atrevimiento, que en mi dulce morada albergo a un ciclón nacido justo a final de dicho mes y por tal coincidencia les propongo incluir una clasificación más en dicho mes: el "Veranillo de Super-Bruno, "el mediano"." Es decir, el canijo se hace presente en Septiembre al igual que la calor, la lluvia, el bochorno o una buena cuarta de vino. 

Desde que pusimos pie en tierra adoptiva, esto lo digo por mi, claro está, el tema omnipresente ha sido: "Mami, ¿cuanto queda para mi cumpleaños?" Calendario en mano, cual calendario de adviento, hemos hecho la cuenta atrás utilizando juegos de palabras, lenguaje no verbal, calendario iPop, iPap, Android e incluso hemos echado mano del bilingüismo, franco/español, por aquello de darle un toque más pedagógico a la espera de la onomástica del canijo. 

-A ver canijo, hoy es (Lunes) Lundi. Hasta el (Viernes) Vendredi, no es tu cumpleaños. 

Una vez soltada la frase, depositando, eso si, demasiada fe en que la entendiera, me di de bruces con mi incrédulo e irreflexivo pensamiento. O sea, me tragué, de sopetón, mi amor propio, sin pensar que para él, para el canijo, el espacio y el tiempo aún no tienen esa cabida temporal en su hemisferio cerebral izquierdo.

- ¿¡Lundi!? Y después del Lundi (lunes), ¿qué viene? ...

Septiembre es alegre, frutero y fiestero, asi reza en el refranero español. Y así ha sido el cumpleaños del canijo. Bueno, lo de frutero, no. Dos días de celebraciones. Si. Dos días. Si alguien encuentra algún parecido con una boda gitana, les diré que sí, que éste es el ejemplo claro de que así es: los cumpleaños se han convertido en el "género chico" de una boda al más puro estilo caló. 

¿Por qué digo esto? A los hechos me remito. 

La primera celebración, el día de su cumpleaños, lógicamente, con los colegas del colegio al completo: "Mami, hay que llevar la juerga al trabajo", me dice, el muy ganso. Ese mismo día, por la tarde, merendola con padre, madre y familia en el sitio ése tan famoso que ahora no me acuerdo como se llama pero si recuerdo su "melódica cuña publicitaria": "nananananaaaaaaaa..." ¿Saben cual es, verdad? Bueno, si no es el caso, les diré que tienen por mascota a un sospechoso payaso que más que provocar risa, al menos a mi, me provoca inquietud y desasosigego.

La segunda bulla, al día siguiente, en mi "¡¡¡¡A-DO-RA-DO PAR-QUE DE BO-LAS!!!". (Por favor, les pido que se pongan en situación y lean con todo el retintín que puedan, y con tono sarcástico, estas palabras.  Si no, no percibirán el grado de  aversión, galáctico, que les tengo. ¡Gracias!) El parque de bolas elegido, para más señas, era lo más parecido a un horno crematorio. No crean que exagero. Mi intención era buscar algo pequeñito para que los canijos disfrutaran de un ambiente más cómodo y menos arriesgado. Pero tan pequeño lo busqué, que la ventilación también hacía honor a sus dimensiones: dos miserables aires acondicionados que no daban a basto a sofocar la axila propia, de padres y niños. Por un momento pensé en sugerir hacer el juego de las prendas, creo que no hubiera sido una idea descabellada haber terminado todos en pelota dando botes por aquel parque del infierno. ¿O quizás si? Lógicamente, no la propuse. Ni tan siquiera la hice pública: soy consciente que en determinados ámbitos el pudor está sobrevalorado y éste, es uno de ellos. Así que dejé aparcado mis deseo frustrado de impúdica nudista para continuar padeciendo sofocos estoicamente y disfrutar, salvo este pequeño inconveniente de espacio y ventilación, del exitoso jolgorio de saltos, calor, juegos, calor, danza, calor, tarta, calor, diversión, calor, regalos, calor, más baile, más calor, despedida, calor, deshidratación, calor... Resumen: todos a casa felices, contentos y con mucha, mucha, calor!! 

Por último, qué decirles del despliegue logístico. Casi dos semanas, aquí, la que está cacareando, me ha llevado hacer la lista de invitados. Si señores. Dos semanas. El canijo, no sé si por suerte o desgracia, tiene don de gentes y eso, para sus progenitores, por una parte, es bueno porque el niño desprende sociabilidad por los cuatro costados; pero es malo, porque va a ser nuestra ruina, literal. Día si, día no, la lista o bien decrecía o se acrecentaba según soplara el barlovento por la azotea del canijo: "No Mami, a fulanita no. A este sí porque es mi más/mejor/ amigo. Y a éste. Y a ésta." ¡Loca me tenía la cabeza! Hasta que al final, ejercí la censura y atajé el pleito: ¡quince niños, y se acabó! (Ni pa ti, ni pa mi. ¡Ilusa!) Así que solícita y diligente me puse manos a la obra; tarjetas de invitación, per-so-na-li-za-das, bolsitas de chucherías, per-so-na-li-za-das, whatsapp con papás y mamás para confirmar, cancelar o preguntar preferencias sobre qué regalar al cumpleañero, reserva de parque de bolas, comprar dos tartas, una para el cumple en el colegio (por supuesto de superhéroes), y otra, para soplar la velas en casa, comprar regalo, por supuesto, de superhéroes...y más, y más, y más.... 

Dejando atrás la ironía, la calor, el escarnio, los deseos incontrolables de jugar al juego de las prendas, el curro del hand-made, que ya me vale a mi, los juegos idiomáticos dejando al descubierto lo mal que hablo en francés, la publicidad subliminal, (me refiero al siniestro payaso vende hamburguesas), a los superhéroes, a los parques de bolas (ya saben, con tonito, eh!?), a la propuesta, creo que bien merecida, de incluir una nueva categoría climatológica con el nombre de "ciclón super-canijo", ha sido un cumpleaños maravilloso. 

La cara del canijo lo decía todo: "Mami, ¡mírame! SOY FELIZ!!!


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martes, 24 de septiembre de 2013

Ya tengo 4...



Así lo aúlla el canijo aquí, y en el espacio sideral. Con voz muy fuerte para intimidar. Desde que ha descubierto que su álter ego tiene estirpe kriptoniana, de murciélago multimillonario y filántropo, de increíble Hulk  o "moco verde gigante", (en palabras del canijo), de Spiderman, cuando busca la sofisticación, chapurreando en inglés, o algo así, las luchas entre el hombre araña padre, su hijo, "mini-spiderman", Pocoyo, Buzz lightyear, Godzila, Caillou, Aironman, Buddy, de Toy Story, junto con algún cameo, fugaz, de Mike Wazowski, Fanboy y Chanchán, demuestra, que su canija vanidad está por las nubes. 

Tanta esquizofrenia de supercanijo bizarro en pro de la lucha contra villanos malos, y no tan malos, le está situando en una posición de firme y obstinado defensor de sus propias afirmaciones: "¡Mami, ya no soy pequeño! ¡Ahora soy mediano!" Éste precoz frikie del cómic, con su incipiente e inmadura personalidad, quiere ser mayor pero sólo a ratitos, como dice él. 

"Ya tengo cuatro años." Se desgañita, cada vez que lo dice, con ademán de interesante. A veces, incluso, cuando tiene esos momento de misticismo personal en los que hablar es simplemente un gasto de energía, alza su mano realizando el gesto, (aún por controlar,  pues la costumbre y el hábito de la posición de los tres años todavía hace acto de presencia), con su dedo índice, anular, corazón y meñique dejando claro que ya son cuatro, cuatro años los que le avalan de dichosa biografía.  

El próximo 27 de Septiembre el canijo cumple cuatro primaveras. Será su primer cumpleaños en sociedad. Nervioso, emocionado, excitado anda parloteando con los "mejor-más-amigos" del colegio los detalles de su próximo aniversario. Dejando datos, coordenadas exactas de donde tendrá lugar la juerga. E incluso, comentando, con la franqueza y la desvergüenza que le caracteriza, qué regalos han de traer. "Mami, es por si alguno se "atreve" a traer una muñeca, o algo así. A mi, ¡superhéroes!" Flipando, porque el próximo viernes celebrará su cumple, en el colegio, entre sus colegas, con una tarta de Spiderman, por supuesto. Visualizando ese momento "rey del cumple" presidiendo la mesa con sus quince comensales. Dando saltos, volteretas, pintándose la cara de... Hulk, Spiderman o Batman o, ¿qué pensabais, que sería de Dora la exploradora? 

Todo está apunto, logística y emocionalmente. "SUPER-BRUNO" ¡esto marcha! FELICIDADES POR ADELANTADO, Canijo! 

La próxima crónica: " Cumpleaños en el parque de bolas. Y Johnny cogió su fusil" 

¡Qué alguien se apiade de mi!













jueves, 12 de septiembre de 2013

Dramática y teatral...


DRAMÁTICA Y TEATRAL...Así es como se plantea la vida a veces. 

Así lo creía. Creía sentirse a salvo entre bambalinas donde sólo unos pocos saben estar: aquellos a los que dar un paso al frente les cuesta poco menos que la vida. Sentirse en la trastienda de otra realidad era su zona de seguridad: ficticia, si pero segura. 

Allí respiraba, era libre, feliz, risueña. Allí creaba universos llenos de ensoñación. ¿Farsa? Quizás. Su papel extravagante, espontáneo e irónico, por lo general, la salvaba de mostrase a pecho descubierto; débil y vulnerable. Quizás, ingenuamente, pensaba que actuando  de bufón mantenía cierta cuota de credibilidad burlona y poco seria pero con la que ella se conformaba. ¿Engaño? Quizás. Pero la costumbre de rellenar su vida con breves interludios cómicos le ayudaba a desprenderse de los dramas, a disimular con jocosidad su existencia buena o mala, mejor para unos, peor para otros; al fin y al cabo, todo puede ser objeto de crítica, ¿por qué no iba a serlo una actitud tan poco común? "¡Al carajo! El dramatísmo y la teatralidad es una gran habilidad y un arte si se manejan con hábil destreza y yo lo hago, y no me va mal". Pensaba echando tierra a las críticas."

Dramática y teatral: nadie toma en serio a alguien que sobrevive a base de no mostrar hechos, exagerando permanentemente la realidad, lo que resulta, para algunos oídos, incómodo, insultante, grotesco e incluso inmaduro. 

jueves, 5 de septiembre de 2013

El burrito Carrillón

La mañana amaneció soleada y calurosa. Giré la cabeza hacia la mesita de noche donde estaba el reloj despertador: eran las 9:00, y el termómetro marcaba ya, 22º.  

Aún en la cama, intentando despegar la oreja de la almohada. Apoyada mi cabeza sobre el brazo izquierdo; pensando que la única que ha comenzado a dar el saludo al sol, soy yo, disfruto de la tranquilidad y ventura, por un corto espacio de tiempo, del silencio estival de ésta mañana de agosto saboreando unos deliciosos rayos de luz que traspasan las rendijas de la persiana acariciando mi cara. 

-¡Qué lujo! Es un placer intenso para el ánimo, para sentirte viva disfrutar de esta exquisitez- Pensé, mientras comenzaba a desperezarme para liberarme del entumecimiento. Hasta que......

- Mami, ¿qué hacemos hoy?- Dijo el canijo, con los ojos abiertos como dos contraventanas de balcón.

Con el canijo hay dos rutinas fundamentales. Una, preguntar, nada más despegar la legaña, tratando a sus congéneres cómo tour operadores, los planes y la hoja de ruta del día. La segunda, desoír la llamada del aseo personal matutino; zafarse de cualquier modo, forma y manera de cepillado, lavado y peinado. ¡Qué guerra, Dios mío! Me desgañito aullando el nombre del tunante desde distintos espacios de la casa: cocina, cuarto de baño, pasillo, salón y él, sordo, ciego y haciendo el zángano. Hasta que me cuadro frente a él, con cara de perro rabioso, levanto el brazo derecho señalándole, con el dedo índice, la dirección exacta hacia el baño (porque parece sufrir de amnesia todas las santísimas mañanas) junto con la frase, ya, casi proverbial: ¡Tira para el baño, ya! Con paso desganado y desidioso; arrastrando los pies, como si en sus tobillos tuviera grilletes, balanceando los brazos en modo gorila, mirándome con cara de puchero y con un quejoso gemir, me justifica su mala gana de darse lustre: "¡joooo maaamiii, todos los días igual! ¡Pero si ya me lavé ayerrrrr! Acto seguido, yo, su madre: ¡Cochino, no me cameles! ¡Tira! Si ahora con cuatro años eres así, cómo serás con...¡Cochino! ¡Anda! ¡Tira!..

Así que lo miré y le dije que posiblemente fuéramos a dar un paseo por el campo. Por la cara que puso,  la idea no lo hizo mucha gracia, si algo tiene el canijo es que no es un niño, digamos, rural. A él le va más el rollo de acción: gastar energía, a lo bestia, en circuitos menos bucólicos que un cerro, colina, cordillera, selva o jungla. A pesar de ello, y de que nuestra confianza en que el plan resultase atractivo para el canijo no era muy firme, comenzamos la travesía con el objetivo de encontrar la frondosa arboleda.

Otra de las características del canijo es que la paciencia no es una de sus virtudes, no. No llevábamos ni diez minutos de trayecto y comenzaban la primeras  quejas.

Mami, y el monte, ¿dónde está? Joooo, ya estoy cansado. ¿Dónde está? Me aburro.

Canijo, ¡paciencia! ¡Cómo te puedes aburrir si llevamos nada montados en el coche!

Pues si. La carretera es muy larga y pesada. ¿Cuándo llegamos?...

...Muevo el cuello de izquierda a derecha buscando la relajación. Inspiro y espiro. Inspiro y espiro. Dirijo mi mirada hacia el horizonte y me propongo no desquiciarme. ¡Calma!

Seguimos, y de repente vemos a nuestra derecha un pequeño prado. Ahí estaba, pequeño, peludo, de color plateado, ensimismado en comer su pasto, dando pequeños pasos para acercase más a la sombra:

¡Mira, canijo, un burrito!

Me sorprendió la emoción y el interés que mostró al verlo. He incluso, que de primeras, lo bautizara:

¡Si! ¡Es el burrito Carrillón! ¡Qué mooooono!

¡Esto marcha! Pensé, hasta que le propuse salir del coche para acercarnos a él:

¡Vamos, canijo! ¿No quieres verlo de cerca y lo tocamos?

Reclinado hacia atrás en su asiento, con todo el cuerpo en tensión, con las uñas clavadas en los brazos de la silla, con la cara descompuesta, desencajada, llena de pánico ante lo que sus oídos acaban de oír: ¡¡¡salir del coche para tocar a Carrillón!!!

¡¡¡¡¡No!!!!

Así atajó mi propuesta, con una rotunda negativa. Se sentía protegido y a salvo dentro del coche.  Quizás pensó que así  evitaríamos que el inofensivo animalito nos embistiera cual bestia endemoniada: ¡es mejor no tentar a la suerte! Imagino que pensaría el canijo. Para él, cualquier animal que no sea mosca u hormiga, es una mala bestia llámese Carrillón o Platero.

¡¡¡Los toros, desde la barrera!!! ¿Queda claro?...





  


lunes, 2 de septiembre de 2013

Conversaciones nocturnas con mamá

Alexander CALDER


Si de algo puedo dar fe, como madre y ser humano, sin pretensión alguna de convencer a incrédulos y descreídos de lo que es un hecho; sin tener que acudir a la amputación de miembros o a mortificarme con faja de cerdas o de cadenillas con puntas de hierro es que, -en mi particular brega con mi impulsiva criatura, el canijo-, el superrealismo, lo rocambolesco, lo imaginario, lo ficticio, a estas alturas de la biografía del perspicaz polluelo, se han convertido en  su  leitmotiv. Y además, sin agonía ni racaneo. Al contrario de quien pueda pensarlo, su leitmotiv está lleno de un dispendio copiosamente generoso en tiempo, lugar y forma. Vamos, para entendernos, que tiene carrete para rato. 

El canijo, alias el charlatán camboyano, ya sea día, tarde o noche no mete lengua en paladar. Tanto es así, que parece haberle pillado el gustillo a practicar su advertido caudal de inquieta curiosidad en esas horas, cuando el sol no está sobre el horizonte, intempestivas, incómodas o poco razonable para disparar a quema ropa con cuanto se le cruce por esa cándida y azogada cabeza.

Y tal cual, dispuesto con su traje de noche, con la barriga llena y cepillados los dientes. Cada cual en su cama: mamá a la derecha y el canijo a la izquierda. Tumbados boca arriba y aún con los ojos abiertos. El silencio reina en la habitación. El canijo comienza a moverse como garbanzo en boca de un viejo, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. El cambio de movimiento,  de un lado a otro, se producía en intervalos de cinco segundos. Repetía y repetía el giro de croqueta rebozada espasmódica como unas cinco o seis veces: daba la sensación de que su cuerpo  no abarcaba una cama de 1.35m. Intentaba encajar su pequeño esqueleto para conciliar un dulce y cómodo sueño pero parecía que más que buscar conciliación con Morfeo lo que se estaba produciendo allí era un rebullir de inquietud que rondaba en su alborotada y diligente cabeza.  

Presta, y con muy malas pulgas, me dirijo a él y le pido que pare ese vaivén nervioso. Le repruebo, sin censurar la amenaza, que cierre los ojos de una vez. Pero a oídos sordos, palabras necias. Y no sé por qué, por qué extraña razón, no sé si los planetas se alienaron, sin por fin encontraron a Curro, o qué, que ni mis amenazas con llamar a "Juanito", el personaje que se inventó su abuelito famoso por castigar a los niños a comer ensalada durante días, no surtieron efecto como en anteriores ocasiones. Básicamente me dio a entender que se la soplaba, Juanito, sus ensaladas y la madre que lo parió. 

Así que sin cerrar los ojos, me di cuenta de que acababa de encender la mecha de un polvorín. La retahíla de preguntas manifestando aquello que no entendía confesando sentimientos, afectos, intenciones; reconociendo y dejando al descubierto la inocencia del que aún no está contaminado por nada, hicieron descargar esa zozobra que le retumbaba en la cabeza. Y a mi, me hizo caer rendida y desarmada como espadachín del siglo de oro. 

A ver, canijo, ¿qué sucede?
Mami, ¿por qué hay que cerrar los ojos para dormir?
Canijo, porque es así como se duerme.
Pues yo  no quiero. Yo quiero dormir con los ojos abiertos porque si no, no veo nada. Y quiero verlo todo.
Pues entonces no descansarás.
Bueno, yo haré lo que quiera.

Pensando que el tema se me estaba yendo de las manos y qué nos darían las tantas con tanta barruntada, atajé el tema cómo una madre sólo sabe hacer, dejando claro que aquí la que manda es la menda:

¡No! ¡Lo que quieras no! ¡Eso ni hablar! ¡Venga! ¡A dormir! ¡Ya está bien, hombre!

De nuevo, vuelta a empezar. Silencio. Y de nuevo, la cabra tira pal monte. La misma historia de giros, piruetas, rotaciones, virajes y más acrobacias nocturnas. Una, y cincuenta veces. ¡Paciencia! Me dije. Hasta que un bufido, de lo más profundo de mis entrañas resonó en la habitación:

¡Canijo, qué pasa!
Mami, ¿qué es una chicharra?

Cogí la almohada, la mordí con todas mis fuerzas intentando sofocar mis ganas de llorar desconsoladamente.

Mami, por favor, ¡cuéntame de verdad qué es una chicharra! 

Pensé: "mi hijo practica hábilmente el cinismo y el chantaje." Y como siempre, accedí. Accedí, por ese motivo y por evitar reproches que me persigan hasta el fin de mis días. Así que allí, plantada con pose de reposo, accedí a dar una clase de ciencias naturales en plena noche.

A ver, una chicharra es un insecto que cuando hace mucha calor canta. Y el sonido que emite lo hace con el batir de sus alas: cuanto más calor, más bate sus alas y más ruido hace...

Pareció quedar convencido. De nuevo, silencio. Con los ojos cerrados pensando en mi triunfo, intentando suspenderme en lo más profundo del silencio. Concentrada en mis pensamientos, en la búsqueda del plácido sueño. Suave y profundo. Suave, cálido, tranquilo en calma.......

Mami, ¿cómo me hicieron papá y tú?.....
















viernes, 23 de agosto de 2013

Mirando las estrellas



Bruno no quería dormir. Decía que el día era para dormir y la noche para ver las estrellas.

Tumbado en la cama con Tata imaginaba que las estrellas eran tazas, caballos y dinosaurios. 

Intentaba no respirar pues decía que si lo hacía podía despertar al "Señor Firmamento" y que éste se enfadaría castigando a todos los niños desenchufando la luz de todas y cada una de las estrellas que lucían en el cielo dejándolo así sin brillo, apagado y oscuro.

Su cara era el reflejo de aquel que por primera vez siente la magia del cosmos: con los ojos abiertos como platos, atento a cualquier movimiento de las minúsculas y brillantes luces; perplejo, vigilante y expectante ante las descripciones que Tata hacía de algunas de ellas: "¿Esa? Esa es la Osa Mayor. ¿Aquella? El Lucero del Alba. Y más allá, está Venus..."

Hechizado por el bebedizo estelar, con su pequeña linterna plateada, enfocaba aquí y allá: "¡Esa, Tata! ¡Y esa otra! ¡Mira aquella cómo brilla!.." 

A su deseo vehemente por saber se le sumó la curiosidad matemática, confiaba en la heredada instrucción astronómica de Tata, atreviéndose a preguntarle: "Tata, ¿cuántas estrellas hay en el cielo?" Tata, sin pensarlo, rodeó con sus recios brazos al pequeño cuerpo celeste mientras le contestaba con cariñosa dulzura: "Miles. Millones. Infinitas, mi amor."

viernes, 7 de junio de 2013

La nena. Primera entrega...


Nací un 18 de junio de hace ya casi cuarenta primaveras.¡Qué se dice pronto! Y echando la mirada atrás todavía recuerdo esos corrillos en el patio del colegio con mi chupi pandi donde divagábamos, con cándida y aparente profundidad, es decir, con el pavo que nos daba la edad, imaginando qué echuras gastaríamos cuando la pubertad  hiciera visible las modificaciones propias del paso de la infancia a la edad adulta. Pues bien, ahora me doy cuenta de que teníamos demasiada prisa por crecer y por qué no decirlo, por ponernos, y utilizando la retórica, un sujetador. 

Seguramente que si le contara lo de mi crisis a mi santa madre, su respuesta sería algo así como: “¡Ay, nena! ¡Tan grande y tan tonta!” Mi madre. Una chicarrona del norte. Una mujer hecha así misma. Una mujer de extremos: dulce y tierna como un macarons parisino de lo más chic, o estropajosa, ácida y bruta como ella sola. Su lado antagonista de madre Darth Vader se manifiesta en situaciones en las que requeriendo ciertas habilidades para el manejo de situaciones de alto riesgo emocional, ella, que es muy liberaldivosa las resuelve, resolvía y resolverá, hasta el final de sus días, (que sea muy, muy tarde. No me lo tengas en cuenta, mami), de un plumazo, a quema ropa y sin pudor. Por ejemplo, lo de mi super-pandi y nuestro “super-tema”: ¡queremos tener tetas, ya! Algo, sin lugar a dudas super-preocupante, super-alarmante, super-inquietante, mega-super-super importante para nosotras. Tanto, que la simple idea de imaginarnos no resolver dicha disyuntiva, lencero-existencial, desembocaría  sufrir un trauma psicológico en nuestro tránsito a la adolescencia. Pues bien, ella, la más grande, lo simplificó de forma tajante y con la enjundia castellana que tanto le caracteriza: “¡Gilipolleces!”. 

Dando mi brazo a torcer, y sin que sirva de precedente, pues a terca no me gana nadie y una tiene una imagen y reputación que preservar, y más aún si se trata de darle la razón a mi madre, me atrevería a decir que es algo genéticamente imposible, impracticable e irrealizable, analizando con perspectiva esta frase llena de una escrupulosa delicadeza y exquisito sentido común, reconozco, reconozco, (¡cómo me cuesta admitirlo!), que tenía más razón que un santo: “Gilipollez profunda”.

Imagino, con objeto de minimizar la ofensa que hizo mi madre a toda una generación de acólitas de la “Super Pop”,(aquí es donde te voy a echar el capote, mami), que lo qué a ella le preocupaba, (porque ella es muy así, muy, a ver, airosa, (nótese la ironía)), era, que esa edad de la tontería se alargara en el tiempo. Hecho que, por supuesto, ni remotamente ha sucedido; al menos para mi, para mi santa, creo notar, a veces, que sigue cuestionándoselo. Sobre todo, cuando se plantean situaciones calificadas, por la susodicha, de filicidio in-extremis, esto es:cocina, labores de casa o compra en grandes superficies...Y es aquí, en estas localizaciones, en las que sospecho que mi santa sigue pensando que soy esa “puber- wonderbrá qué ni chicha ni limoná” cuando, apostillando con brío y cierto desdén, bufa : “¡Anda, nena! ¡Anda! ¡Quita! ¡Quita de ahí, y tira!”.

Y la nena por fin tuvo su primer sujetador y hasta las medias de blonda imitando a mi idolatrada Madona. Porque también, mi santa tuvo que bregar con mis episodios de apasionada forofa del star musical ochentero. He pasado del pop más ñoño al punk más radicalero. Y todo, todo se lo tragó mi santa madre. Pero ojo, lo sorprendente es que con más pasión e ilusión que la mía propia. No me faltaba ni un detalle si en una de mis ventoleras de fan quería blonda, pinchos, botas o tacones. Completita, completita siempre. 

En fin, que la nena siguió su camino. Y la nena pasó el colegio y el instituto con crisis de la adolescencia incluida. Por que la pasé, si. La pasé aunque ahí estaba de nuevo mi madre para pararme los pies y plantarme el culo al suelo como un mojón de carretera secundaria. Y de nuevo con una de sus palabras mágicas: “Mamá, no me entiendes. ¿No entiendes que estoy pasando por la crisis de la adolescencia?” Le decía yo con mi corazón compungido. Y ella, cual pérfida de mackbeth, me contestaba: “¡Y un cuerno tienes tú!” 

Y la nena seguía creciendo. Y entremedias apareció el galante y apuesto isleño. Si. Él. El que sin pedir permiso a mi añejo padre se coló en mi casa si solicitar audiencia. ¡Y se lió parda! Al pater, o le daba una angina de pecho, o me desterraba por hija impúdica, o recibía al pajarito guache con alfombra roja. Pero me equivoqué. Entre las tres posibilidades olvidé las costumbres y tradiciones del pater chapado a la antigua usanza. Mi vestusto padre quería que mi bronceado y surfero pretendiente, que había visto a su bombón de hija en forma y posturas que ni él mismo imaginaría, me hiciera la corte cual doncella medieval. Debía seguir el protocolo de cortejo. Debía  pasar por tribunal militar antes de poner un pié en tierra santa. Pero yo, que a macarra, rebelde y desobediente no me gana ni el Tato, presta, le planté cara, cosa que él no se esperaba, diciéndole que si había unas reglas, no escritas, sobre noviazgos y derechos de pernada, ésta que estaba delante de sus narices no estaba dispuesta a pasar por el aro. Claro, todo esto con la ventaja de que soy “su ojito derecho”, todo sea dicho; porque aquí una es chula, pero sin excesos, que el pater, es el pater. El hombre del celo filial, tenía lo suyo. Pero es que aquí, la menda, también lo tiene. Y como era de esperar el pollo entró en territorio hostil ganándose al celoso pater.

Pero aquí no acaba mi disertación sobre mi “crisis de los cuarenta”; se me hace más difícil ser cuidadosa que practicar el auto-vapuleo pues si cuantifico este pensamiento llevo, exactamente, dieciséis mil cuatrocientos días orbitando en éste terruño que habitamos. ¡Ay carajo! Si mi espíritu fuera más común, pragmático e indolente, quizás la frase, “no pesan los años, pesan los kilos”, sería una buena forma de asumir que la vida pasa y los años vuelan...

TO BE CONTINUED...

jueves, 9 de mayo de 2013

Superpoderes

Lo que puede dar de sí un bitter kas. Este fue el brebaje, el elixir, la poción mágica que desencadenó la hilarante imaginación del canijo  neófito  artrópodo.

La curiosidad del canijo por el color de la bebida le hizo despertar una imaginación a borbotones. Primero la calificó de "sangre de dragón"; luego de "sangre de cocodrilo"; y por último, la iluminación llegó a él y a su súper estelar cabeza. "No. No. Es sangre de superhéroe. Y si me la tomo, me convertiré en Spiderman."

Dicho y hecho. El advertido padre, que cuando quiere, también tiene una imaginación que no puede con ella (nótese la ironía), tiró del hilo y se montó una historia con el líquido encarnado que ya quisieran para ellos  Faemino y Cansado. Los ojos del canijo de las foles quedaron fijos y pendientes de la fábula que su bolero padre le estaba metiendo por toda la escuadra. Desmontándole, así, por arte de birlibirloque, la idea de que no fue la picadura de una araña lo que convirtió a Peter Benjamin Parker en Spiderman, no. Lo que realmente sucedió es que éste, como cualquier humano de a pié, se tomó un bitter kas y de repente comenzó a notar como le sobresalían unos "tubitos", en los brazos, de los cuales salían unas interminables y pegajosas telarañas.

Mientras, en el otro extremo de la mesa, el canijo no perdía detalle de la "trola" que su padre contaba con el arte ladino de un liante. El canijo, estaba convencido de que aquello era verdad. Que el líquido que estaba tomando su padre le darían los superpoderes que el tanto deseaba tener.

"¡Papi, ¡te vas a convertir en Spiderman!"

El canijo, con gesto de indecisión y cautela, no sabía si pedir a su padre que le diera a probar dicha ambrosía, quizás quería comprobar primero si realmente era, o no, efectivo dicho brebaje en su osado y atrevido padre, y librarse, así, de la picadura de una araña. Así que esperó, a que el conejillo de indias hiciera ingesta del mágico caldo. Pero el padre, que es muy listo, aquí no hay ironía que valga, raudo, lo convidó a probar suerte.

"¿Quieres probar? ¿Mira? ¿Mira los tubitos, bruno?"

De repente, el canijo, con firmeza y sin atisbo de miedo o inquietud, "zasca", le pegó un trago e ipso facto comenzó a percibir, no, que se convirtiera en la "cría" de araña con leggins apretaos hasta la extenuación y capucha, estilo david delfín, no; estaba sintiendo, en sus carnes,  los superpoderes sobrenaturales, sobrehumanos:

"¡Papi! ¡Mira qué fuerza! Voy a trepar por las paredes y a saltar muy, muy alto. ¡Papi! Tengo el "sentido arácnido" para atrapar a los malos. Y, ¿mira? ¿Mira los tubitos? En nada, soy Spiderman..."

El otro día, íbamos camino del colegio, el canijo me advierte que le queda poquito para ser Spiderman. Qué quizás, cuando vaya a recogerlo, en vez de encontrarlo a él, encuentre a Spiderman. A lo que le contesto: 

"Canijo, ¿y qué hago si te encuentro cómo superhéroe?"

 "Mami, no. Yo siempre seré tú hijo. No te asustes."

LA FICCIÓN, NUNCA SUPERA A LA REALIDAD!






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