martes, 29 de enero de 2013

De Blanca Nieves a Herodes, va un paso

Una mañana de desayuno maravillosa. En buena compañía. Hasta con apetito para devorar unas  deliciosas tostadas, las que desterré de paladar hace ya unos meses, con sensación de bienestar y conversación trivial: vacaciones navideñas, gustos culinarios, manías, costumbres...Hasta que la charla derivó en los hijos. 
¿Cuántos años tiene el canijo? 
Tres primaveras. Contesté.
Los míos: la primogénita, 27. Y el segundo, 24.
Los tienes criados.
Si, la verdad. Pero siguen siendo mis cachorros. 
Uf! ¡La cagaste Burlan Caster! Me llevé un chasco al oír esta frase engolada de emoción noña y de empalagamiento maternal: "con lo bien que me estabas cayendo, nena." Y pensé: "¿Por qué existe esa tendencia de algunos procreadores hacia los hijos, así tengan canoso el pubis, de seguir categorizándolos con sustantivos que, lógicamente bienintencionadamente y rebosando una exhorbitante bondad e inocencia, lo único que consiguen es quedar como, el culo, adoquín bambarrión en grado cum-laude? Me la imaginaba diciendo palabra tales como: "popó, nené, guá-guá, culetito....etc, etc..." 
He de confesar que a mi mini-yo le dieron ganas de roznarle, pensado que pecaba de precavida, tuve el decoro de amordazarlo dando paso a un involuntario, maquinal e instintivo...¡¡¡¡Joder, cachorros!!!! 
Lógicamente, mis palabras tuvieron su consecuencia. Indicándome que había traspasado esa delgada línea que existe entre  el amor y el odio más profundo e insondable, y que se resume con la frase: ¡¡¡¡Te votaste tía!!!!! 
Noté como se podía cortar el aire con filo de navaja. La expresión de su cara no era la de la apacible conversadora de hacía unos minutos. No. La de ahora, devoraba con la mirada. Sus órbitas eran encarnadas y los párpados se asemejaban a la de un traje de penitente. La dulce, confite y acaramelada Blanca Nieves se metamorfoseó en el perverso y depravado Herodes.
Rápidamente, comencé a generar adrenalina queriendo buscar un plan. ¡Ya lo tengo! ¡Era perfecto! Y muy original: resolvería de forma cortés y refinada mi contingencia, próxima a sufrir un daño, en un periquete: "pies para qué te quiero. Junto con la excusa, con actitud pusilánime, del: "Uy! No me acordaba, pero había quedado..."

Moraleja:
"Cuando queremos decir a alguien que no sea gazmoña, con expresiones tan poco afortunadas como ésta: “no seas tonta”, ¡sal pitando! O eso nos puede costar pasar de comer una manzana con Blanca Nieves a poner en manos de Herodes nuestra  cabeza.


viernes, 25 de enero de 2013

El canijo contraataca: Op op op gangnam style!!


No sé muy bien como empezar. Lógicamente por el principio. Pero lo curioso de esta historia, es que no he tenido conocimiento del principio hasta que, llámalo casualidad, potra, chorra, azar o destino. Vamos! Hasta que no lo tuve delante de mis napias. 

Ya sé, ya seeee. ¿De qué me puedo sorprender a estas alturas de la película con el canijo de las foles? De na! Pero es que esto supera ya todos los límites, fronteras, lindes, remates, topes, de la jeta, de la desvergüenza y del descaro. 

A ver, para que se entienda un poco más la cosa, diré que entre mis hobbies y mis grandes pasiones está la música. No me considero una persona que tiene o demuestre poseer unos sólidos y profundos conocimientos musicales, no. Ni mucho menos ser una melómana. Pero sí que soy bastante atípica, excéntrica e incluso peculiar en mi gusto musical. Me gusta la variedad: pero no creo en eso de "en la variedad está el gusto." No. "Mi variedad" no tiene nada que ver con los cuarenta criminales, ni el dial "España cañí", ni de música radiofórmula que ya fue, pasó, quedó...y que ya está bieeeeennn...Lo que aquí a la menda le gusta, no tiene nada que ver con lo comercial, conocido, acostumbrado y frecuente. De lo cual se deduce, que no estoy en la honda de lo que puede ser un boom de la, rehostia , pera en la escena musical que suponga una venta de millones y millones de copias vendidas a nivel mundial o galáctico. Mi época de hit parade tipo: Opus con su "life is life", toreros muertos y su "agüita amarilla", no me pises que llevo chanclas con "Japón" o el "aquí no hay playa" de los refrescos, forma parte ya de otra dimensión espacial e intergaláctica en mi ya casi próximas 40 primaveras. 

Con ésta pequeña y breve sinópsis sobre mi paladar musical, ya os podéis hacer una idea que una vez desenganchada y orientada mi oreja a otras lides de partitura en clave de sol y fa, reeducar al oído cuesta. Cuesta tanto, que ripia oír cualquier otra cosa llámese regueton, trigretón, boquerón, baile del caballo, del coreano o la madre que... 

Llámenme ignorante. Si, lo soy. Llámenme, sibarita. No, no lo soy. Es sólo que tengo dos oídos y quisiera conservarlos de por vida. Pero ahora, ahora que soy madre creo que debería haberles asegurado un ocaso. Mi hijo, les va ha dar santa sepultura. 

Todas, toditas las navidades ha estado con la canción de los  cojones melones. Mi permisividad tiene un límite: escuchar todas las santas pascuas a Pepe Benavente!!! Pero esto! Esto no se hace. Y encima cuando te viene sobrevenido, sin permiso, ni consentimiento. Cuando te enteras que alguien, cercano a tí, (no diré nombre, pero en cuanto lea esto va a saber que mis velas negras van dedicadas), lo está educando en las malas artes sonoras. No, no, no. Noooo hijo, nooooo!!

Y además, para mayor rechoteo, el canijo también sabe el baile. Abrasé visto baile más, más, más... coreano?


Total, que no me queda si no que danzar al ritmo de la noche y al ritmo del coreano como caballo oriental con mi canijo.

Op, op, op, op......!!!

lunes, 21 de enero de 2013

Un recuerdo una canción

Experimentar el poder evocador de la música puede ser una gran experiencia. Pero si además detrás de esa música, de esa canción, existe un recuerdo, una emoción, el efecto puede ser inefable. Soy de la opinión de que los recuerdos quedan adheridos, de alguna manera, a ellas. En mi vida, por ejemplo, hay unas cuantas que se han quedado ligadas, yuxtapuestas a mi retentiva. 

Un recuerdo de infancia. Sin apenas alcanzar culo en taburete, mi esqueleto desencajado se perturbaba con los argentinos Tequila con su insigne e inmemorial Rock and Roll en la plaza del pueblo o la rocanrolea, de machacón y pegadizo estribillo, "Quiero besarte" que me hacía perder el juicio que por aquel entonces me dada la ingenuidad de la niñez y por tanto pecar de imprudencia y  no menos, de vergüenza o pudor.

Un recuerdo adolescente. Pubertad. Crisis de la adolescencia con más cara que espalda. Aún recuerdo como le choteaba a mi madre con el temita de estar pasando, a mis 17 años, por una etapa un tanto truculenta hormonal y psíquicamente. "Tú tienes más cuento que Calleja", me repetía mi madre. Pues sí, mucho morro le echaba al asunto hasta tal punto que tuve la osadía, de mozuela caradura, de invitarla a la lectura de expertos y eruditos psicólogos para que entendiera cual era mi situación en aquel periodo dónde no sabes muy bien ni quién eres, ni a donde vas, ni qué carajao haces con tú vida; vamos, lo que viene siendo una crisis existencial. Ésta época de turbios, revueltos y complicados años (entiéndase por, potaje hormonal) pasé por distintos periodos musicales: Loquillo y los trogloditas, Madonna, la Polla récord, Kortatu, La Frontera...y así, muchísimos más. Y ahora que lo pienso,  potaje  hormonal y potaje musical, todo sea dicho.

Un recuerdo de vida, mi embarazo. A él lo acompañó uno de ésos tesoros sonoros marcándolo como sello de cardenal en sobre. Estuvo junto a mí los 9 meses de embarazo, -incluso cuando estaba en la cama del hospital esperando a que el canijo naciera-, y hoy he vuelto a recordarla volviéndome a emocionar; a sentir  el amor que por aquel entonces rodeaba mi vida; a sentir la emoción del que no tiene noción, a recordar cómo la música transporta a otra realidad por que la música es alma, es energía en estado puro.

Hoy tuve un recuerdo, una canción: la espera de una nueva dimensión,  MI HIJO!

Os dejo con ella:



sábado, 19 de enero de 2013

Tiempo y realidad

Todo tiene su tiempo. Y el tiempo depende de la realidad. Eso pensaba, ausente y abstraído, el curtido y laureado rey mientras disfrutaba de una de esas magníficas y ostentosas fiestas de palacio.
A su derecha, vestida de seda blanca, coronando su cabeza unas delicadas flores de jazmín blanco, la princesa estrechaba la tibia mano del que titubeaba con el tiempo.
El rey no hallaba modo de agradecer ese gesto de confidencia que era estrechar su mano
Es discreta e inteligente; es calma y prudencia; es cobijo bajo sabor dulce y denso del oporto; es princesa de mi tiempo.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...