martes, 24 de septiembre de 2013

Ya tengo 4...



Así lo aúlla el canijo aquí, y en el espacio sideral. Con voz muy fuerte para intimidar. Desde que ha descubierto que su álter ego tiene estirpe kriptoniana, de murciélago multimillonario y filántropo, de increíble Hulk  o "moco verde gigante", (en palabras del canijo), de Spiderman, cuando busca la sofisticación, chapurreando en inglés, o algo así, las luchas entre el hombre araña padre, su hijo, "mini-spiderman", Pocoyo, Buzz lightyear, Godzila, Caillou, Aironman, Buddy, de Toy Story, junto con algún cameo, fugaz, de Mike Wazowski, Fanboy y Chanchán, demuestra, que su canija vanidad está por las nubes. 

Tanta esquizofrenia de supercanijo bizarro en pro de la lucha contra villanos malos, y no tan malos, le está situando en una posición de firme y obstinado defensor de sus propias afirmaciones: "¡Mami, ya no soy pequeño! ¡Ahora soy mediano!" Éste precoz frikie del cómic, con su incipiente e inmadura personalidad, quiere ser mayor pero sólo a ratitos, como dice él. 

"Ya tengo cuatro años." Se desgañita, cada vez que lo dice, con ademán de interesante. A veces, incluso, cuando tiene esos momento de misticismo personal en los que hablar es simplemente un gasto de energía, alza su mano realizando el gesto, (aún por controlar,  pues la costumbre y el hábito de la posición de los tres años todavía hace acto de presencia), con su dedo índice, anular, corazón y meñique dejando claro que ya son cuatro, cuatro años los que le avalan de dichosa biografía.  

El próximo 27 de Septiembre el canijo cumple cuatro primaveras. Será su primer cumpleaños en sociedad. Nervioso, emocionado, excitado anda parloteando con los "mejor-más-amigos" del colegio los detalles de su próximo aniversario. Dejando datos, coordenadas exactas de donde tendrá lugar la juerga. E incluso, comentando, con la franqueza y la desvergüenza que le caracteriza, qué regalos han de traer. "Mami, es por si alguno se "atreve" a traer una muñeca, o algo así. A mi, ¡superhéroes!" Flipando, porque el próximo viernes celebrará su cumple, en el colegio, entre sus colegas, con una tarta de Spiderman, por supuesto. Visualizando ese momento "rey del cumple" presidiendo la mesa con sus quince comensales. Dando saltos, volteretas, pintándose la cara de... Hulk, Spiderman o Batman o, ¿qué pensabais, que sería de Dora la exploradora? 

Todo está apunto, logística y emocionalmente. "SUPER-BRUNO" ¡esto marcha! FELICIDADES POR ADELANTADO, Canijo! 

La próxima crónica: " Cumpleaños en el parque de bolas. Y Johnny cogió su fusil" 

¡Qué alguien se apiade de mi!













jueves, 12 de septiembre de 2013

Dramática y teatral...


DRAMÁTICA Y TEATRAL...Así es como se plantea la vida a veces. 

Así lo creía. Creía sentirse a salvo entre bambalinas donde sólo unos pocos saben estar: aquellos a los que dar un paso al frente les cuesta poco menos que la vida. Sentirse en la trastienda de otra realidad era su zona de seguridad: ficticia, si pero segura. 

Allí respiraba, era libre, feliz, risueña. Allí creaba universos llenos de ensoñación. ¿Farsa? Quizás. Su papel extravagante, espontáneo e irónico, por lo general, la salvaba de mostrase a pecho descubierto; débil y vulnerable. Quizás, ingenuamente, pensaba que actuando  de bufón mantenía cierta cuota de credibilidad burlona y poco seria pero con la que ella se conformaba. ¿Engaño? Quizás. Pero la costumbre de rellenar su vida con breves interludios cómicos le ayudaba a desprenderse de los dramas, a disimular con jocosidad su existencia buena o mala, mejor para unos, peor para otros; al fin y al cabo, todo puede ser objeto de crítica, ¿por qué no iba a serlo una actitud tan poco común? "¡Al carajo! El dramatísmo y la teatralidad es una gran habilidad y un arte si se manejan con hábil destreza y yo lo hago, y no me va mal". Pensaba echando tierra a las críticas."

Dramática y teatral: nadie toma en serio a alguien que sobrevive a base de no mostrar hechos, exagerando permanentemente la realidad, lo que resulta, para algunos oídos, incómodo, insultante, grotesco e incluso inmaduro. 

jueves, 5 de septiembre de 2013

El burrito Carrillón

La mañana amaneció soleada y calurosa. Giré la cabeza hacia la mesita de noche donde estaba el reloj despertador: eran las 9:00, y el termómetro marcaba ya, 22º.  

Aún en la cama, intentando despegar la oreja de la almohada. Apoyada mi cabeza sobre el brazo izquierdo; pensando que la única que ha comenzado a dar el saludo al sol, soy yo, disfruto de la tranquilidad y ventura, por un corto espacio de tiempo, del silencio estival de ésta mañana de agosto saboreando unos deliciosos rayos de luz que traspasan las rendijas de la persiana acariciando mi cara. 

-¡Qué lujo! Es un placer intenso para el ánimo, para sentirte viva disfrutar de esta exquisitez- Pensé, mientras comenzaba a desperezarme para liberarme del entumecimiento. Hasta que......

- Mami, ¿qué hacemos hoy?- Dijo el canijo, con los ojos abiertos como dos contraventanas de balcón.

Con el canijo hay dos rutinas fundamentales. Una, preguntar, nada más despegar la legaña, tratando a sus congéneres cómo tour operadores, los planes y la hoja de ruta del día. La segunda, desoír la llamada del aseo personal matutino; zafarse de cualquier modo, forma y manera de cepillado, lavado y peinado. ¡Qué guerra, Dios mío! Me desgañito aullando el nombre del tunante desde distintos espacios de la casa: cocina, cuarto de baño, pasillo, salón y él, sordo, ciego y haciendo el zángano. Hasta que me cuadro frente a él, con cara de perro rabioso, levanto el brazo derecho señalándole, con el dedo índice, la dirección exacta hacia el baño (porque parece sufrir de amnesia todas las santísimas mañanas) junto con la frase, ya, casi proverbial: ¡Tira para el baño, ya! Con paso desganado y desidioso; arrastrando los pies, como si en sus tobillos tuviera grilletes, balanceando los brazos en modo gorila, mirándome con cara de puchero y con un quejoso gemir, me justifica su mala gana de darse lustre: "¡joooo maaamiii, todos los días igual! ¡Pero si ya me lavé ayerrrrr! Acto seguido, yo, su madre: ¡Cochino, no me cameles! ¡Tira! Si ahora con cuatro años eres así, cómo serás con...¡Cochino! ¡Anda! ¡Tira!..

Así que lo miré y le dije que posiblemente fuéramos a dar un paseo por el campo. Por la cara que puso,  la idea no lo hizo mucha gracia, si algo tiene el canijo es que no es un niño, digamos, rural. A él le va más el rollo de acción: gastar energía, a lo bestia, en circuitos menos bucólicos que un cerro, colina, cordillera, selva o jungla. A pesar de ello, y de que nuestra confianza en que el plan resultase atractivo para el canijo no era muy firme, comenzamos la travesía con el objetivo de encontrar la frondosa arboleda.

Otra de las características del canijo es que la paciencia no es una de sus virtudes, no. No llevábamos ni diez minutos de trayecto y comenzaban la primeras  quejas.

Mami, y el monte, ¿dónde está? Joooo, ya estoy cansado. ¿Dónde está? Me aburro.

Canijo, ¡paciencia! ¡Cómo te puedes aburrir si llevamos nada montados en el coche!

Pues si. La carretera es muy larga y pesada. ¿Cuándo llegamos?...

...Muevo el cuello de izquierda a derecha buscando la relajación. Inspiro y espiro. Inspiro y espiro. Dirijo mi mirada hacia el horizonte y me propongo no desquiciarme. ¡Calma!

Seguimos, y de repente vemos a nuestra derecha un pequeño prado. Ahí estaba, pequeño, peludo, de color plateado, ensimismado en comer su pasto, dando pequeños pasos para acercase más a la sombra:

¡Mira, canijo, un burrito!

Me sorprendió la emoción y el interés que mostró al verlo. He incluso, que de primeras, lo bautizara:

¡Si! ¡Es el burrito Carrillón! ¡Qué mooooono!

¡Esto marcha! Pensé, hasta que le propuse salir del coche para acercarnos a él:

¡Vamos, canijo! ¿No quieres verlo de cerca y lo tocamos?

Reclinado hacia atrás en su asiento, con todo el cuerpo en tensión, con las uñas clavadas en los brazos de la silla, con la cara descompuesta, desencajada, llena de pánico ante lo que sus oídos acaban de oír: ¡¡¡salir del coche para tocar a Carrillón!!!

¡¡¡¡¡No!!!!

Así atajó mi propuesta, con una rotunda negativa. Se sentía protegido y a salvo dentro del coche.  Quizás pensó que así  evitaríamos que el inofensivo animalito nos embistiera cual bestia endemoniada: ¡es mejor no tentar a la suerte! Imagino que pensaría el canijo. Para él, cualquier animal que no sea mosca u hormiga, es una mala bestia llámese Carrillón o Platero.

¡¡¡Los toros, desde la barrera!!! ¿Queda claro?...





  


lunes, 2 de septiembre de 2013

Conversaciones nocturnas con mamá

Alexander CALDER


Si de algo puedo dar fe, como madre y ser humano, sin pretensión alguna de convencer a incrédulos y descreídos de lo que es un hecho; sin tener que acudir a la amputación de miembros o a mortificarme con faja de cerdas o de cadenillas con puntas de hierro es que, -en mi particular brega con mi impulsiva criatura, el canijo-, el superrealismo, lo rocambolesco, lo imaginario, lo ficticio, a estas alturas de la biografía del perspicaz polluelo, se han convertido en  su  leitmotiv. Y además, sin agonía ni racaneo. Al contrario de quien pueda pensarlo, su leitmotiv está lleno de un dispendio copiosamente generoso en tiempo, lugar y forma. Vamos, para entendernos, que tiene carrete para rato. 

El canijo, alias el charlatán camboyano, ya sea día, tarde o noche no mete lengua en paladar. Tanto es así, que parece haberle pillado el gustillo a practicar su advertido caudal de inquieta curiosidad en esas horas, cuando el sol no está sobre el horizonte, intempestivas, incómodas o poco razonable para disparar a quema ropa con cuanto se le cruce por esa cándida y azogada cabeza.

Y tal cual, dispuesto con su traje de noche, con la barriga llena y cepillados los dientes. Cada cual en su cama: mamá a la derecha y el canijo a la izquierda. Tumbados boca arriba y aún con los ojos abiertos. El silencio reina en la habitación. El canijo comienza a moverse como garbanzo en boca de un viejo, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. El cambio de movimiento,  de un lado a otro, se producía en intervalos de cinco segundos. Repetía y repetía el giro de croqueta rebozada espasmódica como unas cinco o seis veces: daba la sensación de que su cuerpo  no abarcaba una cama de 1.35m. Intentaba encajar su pequeño esqueleto para conciliar un dulce y cómodo sueño pero parecía que más que buscar conciliación con Morfeo lo que se estaba produciendo allí era un rebullir de inquietud que rondaba en su alborotada y diligente cabeza.  

Presta, y con muy malas pulgas, me dirijo a él y le pido que pare ese vaivén nervioso. Le repruebo, sin censurar la amenaza, que cierre los ojos de una vez. Pero a oídos sordos, palabras necias. Y no sé por qué, por qué extraña razón, no sé si los planetas se alienaron, sin por fin encontraron a Curro, o qué, que ni mis amenazas con llamar a "Juanito", el personaje que se inventó su abuelito famoso por castigar a los niños a comer ensalada durante días, no surtieron efecto como en anteriores ocasiones. Básicamente me dio a entender que se la soplaba, Juanito, sus ensaladas y la madre que lo parió. 

Así que sin cerrar los ojos, me di cuenta de que acababa de encender la mecha de un polvorín. La retahíla de preguntas manifestando aquello que no entendía confesando sentimientos, afectos, intenciones; reconociendo y dejando al descubierto la inocencia del que aún no está contaminado por nada, hicieron descargar esa zozobra que le retumbaba en la cabeza. Y a mi, me hizo caer rendida y desarmada como espadachín del siglo de oro. 

A ver, canijo, ¿qué sucede?
Mami, ¿por qué hay que cerrar los ojos para dormir?
Canijo, porque es así como se duerme.
Pues yo  no quiero. Yo quiero dormir con los ojos abiertos porque si no, no veo nada. Y quiero verlo todo.
Pues entonces no descansarás.
Bueno, yo haré lo que quiera.

Pensando que el tema se me estaba yendo de las manos y qué nos darían las tantas con tanta barruntada, atajé el tema cómo una madre sólo sabe hacer, dejando claro que aquí la que manda es la menda:

¡No! ¡Lo que quieras no! ¡Eso ni hablar! ¡Venga! ¡A dormir! ¡Ya está bien, hombre!

De nuevo, vuelta a empezar. Silencio. Y de nuevo, la cabra tira pal monte. La misma historia de giros, piruetas, rotaciones, virajes y más acrobacias nocturnas. Una, y cincuenta veces. ¡Paciencia! Me dije. Hasta que un bufido, de lo más profundo de mis entrañas resonó en la habitación:

¡Canijo, qué pasa!
Mami, ¿qué es una chicharra?

Cogí la almohada, la mordí con todas mis fuerzas intentando sofocar mis ganas de llorar desconsoladamente.

Mami, por favor, ¡cuéntame de verdad qué es una chicharra! 

Pensé: "mi hijo practica hábilmente el cinismo y el chantaje." Y como siempre, accedí. Accedí, por ese motivo y por evitar reproches que me persigan hasta el fin de mis días. Así que allí, plantada con pose de reposo, accedí a dar una clase de ciencias naturales en plena noche.

A ver, una chicharra es un insecto que cuando hace mucha calor canta. Y el sonido que emite lo hace con el batir de sus alas: cuanto más calor, más bate sus alas y más ruido hace...

Pareció quedar convencido. De nuevo, silencio. Con los ojos cerrados pensando en mi triunfo, intentando suspenderme en lo más profundo del silencio. Concentrada en mis pensamientos, en la búsqueda del plácido sueño. Suave y profundo. Suave, cálido, tranquilo en calma.......

Mami, ¿cómo me hicieron papá y tú?.....
















Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...