viernes, 14 de marzo de 2014

¡¡Hasta luego Lucas!!


Quién, en algún momento, en ésta vida como progenitores, no ha clamado al cielo, en modo desesperado: "¡Aaaayyyy, qué ganas tengo de que te hagas mayor!"....Esperaré unos segundos para que digieran la pregunta y busquen en los más recóndito de su hipotálamo si es cierto o no que lo han pensado. ¡Venga sean honestos! No me hagan sentirme como una miserable...¿¡Nada!? ¿¡No dicen nada!? ¡¡Arrieros somos!! Pues seré yo quien tire la primera piedra y confiese. Aunque ya, para aquellos que me conocen, saben de antemano que mi previsibilidad en estas lides es todo, menos coherente con los cánones maternales. Para entendernos, de las pocas veces que comparto confesiones de brega maternal con otras progenitoras, ( si, digo progenitoras porque tenemos ese estigma de cacareadoras que contamos hasta cómo el dulce "bebé" se mete el dedo indice, - eso si, de forma poética, para que no crean que la criatura es una especie de reencarnación de aquel iraní que estuvo más de 60 años sin bañarse, ya hay que ser....-, haciendo prospecciones nasales para que una vez fuera, el habitante verde, intente pegarlo en cualquier sitio con premeditación y alevosía en unos casos y en otros, jugando al despiste para encontrar el cadáver, pocos días después, en sofá, cojín, mesa e incluso pijama. ¿¡Ven!? De nuevo otra confesión. Si es que me cuesta menos), lanzándome a la piscina con total naturalidad, verbalizando mis deseos por que el canijo alcance una edad donde la autonomía reine; las respuestas son siempre de los más, de los más, cómo decirlo, "¿¡Homogéneas!?": "¡Ay, cómo puedes decir eso! Aprovecha ahora que esto se pasa en un suspiro." Para acto seguido, y ahí es cuando mi subconsciente se revuelve gritando desesperadamente: "¡No! ¡Qué no lo diga, por favor!" Pero......: " A mi me encantaría que se quedarán siempre así".    

Discúlpenme pero, a ver, ¿quien, en su sano juicio, piensa esto? Yo, desde luego que no. Cada cosa tiene su tiempo y lugar. Lo de aprovechar, si. Pero que se queden así, entiendo que es un deseo cuanto menos raro y sospechoso de estar poseída por un espíritu Teletubbies del que desde luego no tengo ni cromosoma, ni genoma, ni sangre para soportarlo. He dicho.

Y resulta que tengo suerte. Suerte porque el canijo me lo pone fácil, muy fácil. Con lo cual, sentirme bicho raro no me resulta extraño ya que tengo venia para poder explayarme como se me antoje. Además, y perdonen la licencia arrogante, ¡me encanta ser así!

A lo que iba, después de echarme flores y despacharme como una marquesa, que bien se queda una, en estos días de Don Carnal  y Doña cuaresma, el canijo ha dejado claro, como ya les conté, que quiere ser lo antes posible un ser independiente y autónomo. Les cuento por qué.

Otra de las lecciones que nos dan nuestros hijos es, y de esto doy fe y más de uno también lo hará, que  eso de salir de marcha, sean Carnavales o no, con los carcas y aburridos padres es peor que chuparte el debate del Estado de la Nación. Ellos lo que quieren es estar con sus colegas de patio o de colegueo espontáneo. Pero eso de ir tirando de Papá y Mamá es un rollo al que no están dispuestos. Un ratito si. Pero todo el tiempo, ni por asomo. Así que mientras tú intentas tomarte una birra, fumarte un pitillo y mover el esqueleto al ritmo de la barbacoa, la carne de tus carnes anda maquinando como abortar la misión, "carnaval de día con mis padres, ¡Ni Loco!",  con chantaje, pataleos, lloriqueos, sentadas tipo 15M, renegando de disfraz de Spider, si, regando de su alter-ego, e incluso haciendo fuerzas para que los bostezos, de mayúsculo aburrimiento, hagan mella en la conciencia, en esos momentos, que son pocos, de desenfreno, con una descorazonadora imagen insoportable para cualquier padre que se precia. Pero a pesar del "escrache" que estábamos padeciendo, nosotros erre que erre: pitillo, cervecita y bailoteo. ¿Conciencia? ¿¡Qué es eso!? Hasta que.....

Frente a nosotros, levantando la pierna derecha y soltándola en el suelo con una fuerza propia del mismísimo Hércules, con el hocico fuera y brazos en jarra:

"¡¡¡Papá!!! ¡¡¡Mamá!!!"

"¿Qué pasó Bruno?"

"¡Me quiero ir a casa!"

Moviéndolo de un lado a otro, como si de un hilo en un ventilador se tratara, para distraer su atención e intentar quitarle la idea de la cabeza.

"¡Qué no! ¡Deja! ¡Quiero irme a casa!

"Pero, ¿por qué?" Esta pregunta sobraba, lo sé.

"Me aburro". ¿¡Ven!? Sobraba.

A oídos sordos, palabras necias.

"Me- a-bu-rro!!!"

A oídos sordos, palabras necias...

"Me-a-bu-rro!!!"

A oídos......

"¡Ea! Papá, ¡dame las llaves del coche que me voy a casa! ¡HASTA LUEGO LUCAS!"


Señoras, Señores, ¿es o no la viva imagen de un pre-adolescente?...


Fácil. Lo tengo muy fácil.

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